miércoles, 14 de marzo de 2018

Un maestro como Hawking

Sólo he leído dos libros de Stephen Hawking y una biografía que compré hace tiempo. Bueno, y eso de dos libros pues ni tanto: fue el de A hombros de gigantes y empecé con mucho entusiasmo, pero lo abandoné a unas páginas del grueso volumen. 

Es un lugar común, pero me acerqué a Hawkling cuando habló del fin de la filosofía. Lo detesté, porque él no veía lo mismo que yo. Me pregunté ¿cómo se atreve? ¿por qué dice eso y no dice algo alentador sobre la filosofía? ¡Cientista! ¡Descarado! ¡Antimetafísico! y otras palabras más fuertes de mi berrinche. 

La existencia ya no estaba a cargo de los filósofos, pero si de los físicos, las teorías de los presocráticos y la historia de la filosofía se veía resumida en pocas líneas, que además sentía que ridiculizaban las ideas de filósofos e historiadores. 

Pero yo respetaba a ese hombre, lo admiraba profundamente como admiré a Sagan y admiro a Dawkins. Me enseñó a entender que habrá muchos que no apreciarán lo que hacemos, que le harán más caso a científicos que a filósofos, que debemos de aprender buena ciencia, pero también buena filosofía. Que habrá muchos que dirán que mejor nos retiremos. 

Me enseñó a ser curiosa y a alimentarme de ideas contrarias a las mías, para ser puesta a prueba y ser mejor. Como Kant, cambió mi forma de ver el mundo. Me hizo pensar que la física tenía mucho de filosofía. 

No me enseñó física ni matemáticas, porque eso me rebasaba. Y me sigue rebasando dada su dificultad. 

Pero enseñar filosofía y convencer a unos pocos de su utilidad, eso si que lo quiero hacer. 

Y si puedo enseñar sus ideas, su forma de hacer ciencia y las posturas que conlleva, con gusto voy a aprender de física, de matemáticas, de cosmología, del espacio y el tiempo. Sueño con enseñar a estudiantes con A hombros de gigantes. 

Hawking tomó su modelo de explicación cosmológica con las matemáticas de su maestro Roger Penrose, otro hombre notable en el desarrollo de la filosofía de las matemáticas. Era ateo, pero supongo que habrá ido a un mejor lugar. Ustedes saben. 

Para mi, Sagan, Dawkins y Hawking son los divulgadores clave para entender la ciencia y su experiencia. 

Ahora bien, cuando muere un padre se lo que duele. No es lo mismo cuando muere un padre intelectual, pero no deja de ser difícil. No deja de entristecerte. Porque él te enseñó algo, te peleaste con él, te contentaste, te hiciste preguntas sobre lo que te enseñó y también lo querías. 

Me dolió tanto como la muerte de Umberto Eco y la muerte de John Berger. Y me dolerá tanto como la muerte de cualquier filósofo o pensador que haya marcado mi vida. 

La filosofía no morirá, porque Hawking nos obliga a cuestionarnos, a entender qué dice la ciencia y por qué. A enseñar mejor nuestra disciplina, a comprender mejor el universo. A aprender lo difícil para poder divulgarlo. A subirnos a hombros de gigantes. 

Ahora tu cita, tiene un nuevo significado para mi. No dudaré en empezar una de mis clases con ella. Las respuestas me ayudarán a conocer a mis estudiantes. Me ayudarán a entender mejor la materia. 

Lo único que me molestaba del físico, fue la película La teoría del Todo, cuyo mensaje fofo y new age, diluía el pensamiento y la lucha del profesor. Aún cuando todo estaba en contra de él, tuvo una llena de logros, de admiración y de amor. Tal vez más de lo que otros podrán tener. 

Tuvo su serie: El Universo de Stephen Hawking. Además de diversas apariciones en shows como The Simpsons, Star Trek: Next Generation, The Big Bang Theory y Star Talk, con Neil deGrasse Tyson. Incluso fue parodiado en Family Guy. 

Ahora ya es parte del universo. 



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