lunes, 5 de marzo de 2018

The Shape of Water o ¿por qué ganó?

Shape of Water fue la última película que vi, porque no me gusta mucho el cine de Guillermo del Toro. No me gustó el Laberinto del Fauno, no me gustó Mimic... me siento terrible por decir esto, porque esta película me encantó. 

Cuenta la historia de la soñadora y bella Elisa (Sally Hawkins), cuyos amigos, personas que pertenecen a minorías o que han tenido desventajas (Octavia Spencer, Richard Jenkins), tratan de ayudarla a liberar a un monstruo anfibio (Doug Jones); Elisa trabaja en un laboratorio secreto, en donde es intimidada por un funcionario sádico (Michael Shannon). 

Elisa se ve en un conflicto de intereses, en donde el amor vence a los espías y burócratas, o bien a los prejuicios y miserias a los que puedan estar expuestos. 

¿Por qué ganó? 

Pero Andreoida, The Shape of water es una mezcla de géneros; es inconsistente, es rápida a veces, se le van a ver los hilos, es un plagio de la Bella y la Bestia, eso ya se ha visto, el tiempo le dará el lugar que se merece, el simbolismo es obvio, es sensiblera, es cine romántico y ya... blah, blah, blah. 

Eso ya lo han dicho y lo van a decir siempre para no reconocer el mérito de la película. 

Pero yo quiero responder ¿por qué le ganó a películas de crítica social, de abuso, de injusticias, de obsesiones, de guerra y desesperanza? ¿Por qué si es un momento álgido en la industria y en las relaciones humanas, con todo el acoso y las afrentas a la dignidad humana?

Ganó porque es una historia de amor. Amor, la clave de todo. 

Se que es un lugar común, pero la gente quiere enamorarse, quiere ilusionarse, quiere conocer a alguien diferente, sentirse pleno cuando lo mira, reflejarse en su mirar. Quiere bailar y declarar con canciones lo que siente y seguir a su amor a donde vaya. Por más narcisistas, villanos o deshonestos que haya, la gente quiere que triunfe el amor. 

Y, con ayuda de ese sentimiento, el débil se vuelve fuerte. El que calla tiene una voz, uno se encuentra, tiene una forma que se describe. La gente quiere eso porque lo siente. 

El amor es lo que da un significado y construye relaciones con significado. Nos ayuda a crecer y puede curar nuestras heridas. 

Al igual que Mary Shelley, del Toro humaniza al monstruo con el lenguaje de los sentimientos y hace una crítica a esa razón instrumental y despiadada que nos vuelve unos contra otros. Que nos hace monstruosos. 

Usa bien la música, elige a una entrañable pareja y personajes que han sido decepcionados, pero que buscan darle forma a su vida con el amor a otros o a lo que hacen. No sólo es emotivista, sino que da una verdadera reflexión de lo que el amor es, sin dejar de lado lo que nos hace humanos. 

La película pelea por su causa, nos ayuda a vernos cuando pensamos en el amor y enfrentarnos a lo malo o lo extraño, pero no pierde su identidad ni es pretenciosa. 

En estos tiempos en los que nos hemos vuelto enemigos, en los que las relaciones parecen dar de sí con la inmediatez y la banalización, urge una historia de amor, urge volver a ilusionarse, creer, sumergirse en aguas profundas y tomar otra forma. 

Si, tenía que ganar Guillermo del Toro. 




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