martes, 24 de noviembre de 2015

Experiencias agridulces en el arte

Inspirado por Avelina Lésper. 

Pues este blog es el permiso que tengo para contar mi vida descaradamente, mejor eso que en un salón de clases o en un libro publicado. La verdad es que esas experiencias son gratis, como este medio de difusión. 

El 23 de noviembre estuvo Avelina Lésper en Dispara Margot Dispara. Me puse a leer su blog: www.avelinalesper.com. Primero iba a poner sus 10 entradas que más me habían inspirado, pero, como es mi blog (joke) quiero primero hablar de lo que me ha causado su lectura. 

Lésper escribe con la razón y se te va a la entraña: sus argumentos son provocadores, vinculan la ética con la belleza, con la educación, con el rigor y el sufrimiento que implica ser bueno en algo, hacerte bueno en lo que haces. Y no sólo escribir blogs de tus experiencias que eran, originalmente de divulgación de la filosofía. Autogol. 

Para empezar... creo que he perdido mi sentido del blog, es también una terapia para mi, por lo que he hecho mucho lo de escribir con la entraña y despedazar lo que no me gusta con palabras. De cierta manera, muchas páginas son un vertedero personal, pero a medida que dejas que avance, te conoces, ves cuáles son tus lugares comunes y qué haces al respecto. si te indignas, eres la víctima, buscas otro camino o estableces que es un pseudoproblema. 

Ciertamente a medida que leía a Lésper, venían muchos recuerdos a mi mente: cosas que hice, con quienes conversaba, lo que yo pensaba... luchas que tenía conmigo y con otros, motivaciones en un rincón de mi cabeza. Por eso hago esta lista. 

¿Por qué en el arte? Ya he hablado de otras experiencias que he tenido, pero es cierto que un filósofo tiene que estar en contacto con su sensibilidad, con la belleza. Ir a los museos, tratar de ver todo, de entender todo, de saberlo todo. No es lo mejor ni lo más sano, es un trabajo que alguien tiene qué hacer. 

Entonces, eso ha sido lo que viví, y evidencía mis lugares comunes, lo que he confirmado con el tiempo, lo que he de cribar si quiero seguir viva. Esto es lo que experimento con el arte 

1. Cuando vi el retrato de la madre de Alberto Durero. El realismo, los ojos, las arrugas, la expresión de la madre del artista. Durero pintaba la belleza en la vejez, en el paso del tiempo. Es la primera imagen que viene a mi mente cuando se habla de representación, de retrato. Durero les gustaba a personas con las que ya no hablo, pero estaríamos de acuerdo en la sensibilidad que despierta el artista. 

2. La Capilla Sixtina. Es un lugar común, pero no puedes creer, en verdad, que exista una obra de arte de tales dimensiones, con tantos detalles y estudios, que no servirían cien vidas para verla. Tu mundo es otro, cambia tu visión, te desafía. Miguel Ángel es el artista y se convierte en referente de lo que es una obra magnífica, de lo que es el cielo en la tierra, del mundo que no puedes ver, salvo que un artista te lo describa, te sensibilice. 

3. Gombrich. No existe el arte, sólo los artistas. Busqué a Gombrich de mala gana, esperando entenderle. No le entendí: la primera frase hizo que me jalara de los cabellos, que me enojara, que mi neurosis y prejuicios salieran. Con el tiempo, dejé de ver los dibujos, leí el texto, comprendí la belleza y la divulgación. La divulgación la hace el erudito, el que sabe todas las respuestas, el que ha visto y leído lo mejor. Tal es lo que quiero hacer. Gombrich nos ofrece la Capilla Sixtina de los libros de arte. 

4. Monty Python. Ahora, algo completamente diferente. Monty Python fue mi grito de guerra en la comedia desde que iba a la primaria. Me encantaba sus números musicales, el sinsentido, los cuestionamientos, la irreverencia. Fue mi primer acercamiento con risa, con lo diferente. 

Roberto Gómez Bolaños me parecía repetitivo, el humor mexicano, lo que sea que eso signifique, se me hacía de tirar la piedra y esconder la mano, de abusar del diferente, de sublimar la homosexualidad. Monty Phyton era, es, brillante, resiste el paso del tiempo, lo vuelves a ver, te vuelve a interesar. Los chavos el 8 y Chómpiras, los comediantes y escuelitas con buenorras te aburren pronto. 

5. Ron Mueck y el pretencioso filósofo. Hace no mucho tiempo, me enamoré y encapriché con un tarado pretencioso, que sabía latín, griego y teología. Pensaba que me ayudaría, pero sólo quería manipularme como a sus otras cinco mujeres y su esposa. A ese le gustó lo que llamaría La Techne Mueckiana. (Risas) 

Pero a mi me desagradó, me parecía que Mueck exaltaba el discurso de la soledad, que lo magnificaba y lo hacía sofocante. Estaban bien las obras... pero nunca me convenció. Me parecía que era redundante: ya sabemos que estamos solos, que nos carcome la angustia, que somos frágiles ¿por qué reproducirlo?

Por fortuna, Avelina Lésper hace un argumento similar al de Kant en la Crítica del juicio: por más que reproduzcamos la naturaleza, nunca podremos plantear una igualdad entre objeto y reproducción. Si dos objetos tienen las mismas propiedades, entonces son el mismo.

La obra de arte es bella, pero Kant, siempre sagaz y retador, postula que la naturaleza es sublime, inimitable, es nuestro primer contacto con la belleza y la grandeza de este mundo. 

La supuesta techne mueckiana (pretencioso hasta su madre suena eso), es una reproducción similar a la de un museo de cera, es increíblemente obvio, es redundante: todo esto ya lo habíamos visto, ya lo sabemos, no agrega nada al conocimiento. 

Y eso que él se quería comprar el pollo para su sala o cocina. Que naco resultó un lasallista de instituto. 

6. Carlos Amorales. Con él y con el hombre del que hablaré a continuación, me parece que son los que me ayudarían a conocer el arte contemporáneo, como problema, discurso y elemento del capitalismo salvaje. 

Amorales es un gran diseñador, pero no es un artista. Sus instalaciones me parecen buenas, me parece que él tiene algo que lo distingue de los otros. Y es su cercanía con los músicos y sus viajes a Europa. Me parece que se ha rodeado de personas que piensan igual que él y que requieren de sus diseños, pero no es un artista conceptual ni contemporáneo. 

Aún así, el conejo de Silverio, los diseños de las camisetas de Julián Lede y las portadas de los discos, me parecen fuera de serie, diferentes y bien logradas. Aquí una muestra de la incidencia de Los Nuevos Ricos: 

http://www.claudiopoleschi.com/en/exhibitions/past/carlos-amorales-e-julian-lede-nuevo-ricos/press-release 

Una catedral tapizada de pósters, luchadores y Silverio. Algo nuevo estaba pasando. 

7. Julián Lede. Ha expuesto en Amstérdam, en Berlín, en Viena, en Londres. Incluso se ha ido de gira a Europa con el mejor proyecto que ha creado: Silverio. Con él aprendí que el arte no tiene discurso, es también entraña, ira, furia y salvajismo. 

Obviamente, al principio pensaba que los Nuevos Ricos eran un montón de niños bien que querían hacerse los nacos, los kitsch y los artistas. Pero ellos sabían perfectamente lo que proyectaban: que eran un producto, que no cantaban, que no sabían hacer nada. Sin embargo, era una crítica al nuevo mercado de la música. ¿Por qué si una disquera hace los productos y abusa de los cantantes de plástico, qué sucede si eso puede ser un movimiento contracultural? Julián Lede lo hacía con irreverencia, cinismo, con la crítica a los falsos ídolos, en uno de los eslabones perdidos del rock mexicano. 

Después de Titán, el talentoso compositor volvió en una forma menos racional. Se había convertido en una bestia, que sudaba alcohol, que insultaba al público, poseído. Con un diseño de imagen que recordaba al pachuco y con un comportar similar al del peladito de Samuel Ramos. 

Silverio combinaba estos elementos con comedia estilo Andy Kauffmann, su performance nos mostraba a los mexicanos como somos. No imitamonos ni nacionalistas, éramos groseros, albureros, mienta madres y enojados con todos. Eso es México. Y que un performancero nos los diga y le aplaudamos como poseídos, representa que nos seguimos aplaudiendo, como masa. Nos celebramos a nosotros, no a Silverio mismo. 

Lo que me llama la atención es que el proyecto de Silverio se ha gestado con los años, más de diez años, y parece que se perfecciona y se adapta con el tiempo, lo que no ha cambiado es nuestra capacidad crítica, parece que seguimos en el mismo discurso. Y Silverio es aquel que nos ha dicho la verdad. Puede que Silverio sea efectista, pero Lede es un artista y ese performance es su obra de arte en constante perfección. 

Sobre su estancia en Europa: 

https://247bombthemuseum.wordpress.com/tag/silverio/page/2/

8. La educación. ¡Pero si estamos hablando de arte! Y es la educación en lo que mas adolece. En este apartado me di cuenta de muchas cosas: 

a) El arte no es algo serio, ni que valga la pena ser enseñado en una escuela. 
b) El arte es, o bien superficial, o bien para personas que tengan dinero.
c) El museo es una institución solemne, increíblemente aburrida, con horarios más rígidos que la iglesia. 
d) No podemos divertirnos con el arte, ni con su divulgación ni su enseñanza. Cierto es que el arte requiere de invención, pero también de sufrimiento y frustración. 
e) La insistencia por seguir modas, en vez de ser crítico y de atender los problemas de tu realidad. Al igual que Lésper, así es como se gesta el acoso escolar: un supuesto grupo cree que tiene la verdad de algo, cree que tiene la razón en todo, y hacen todo lo posible para que las personas que son diferentes, que no piensan como ellos, sean eliminadas, perseguidas, acorraladas y humilladas. 

Ahora, eso no tiene que hacer en nosotros asesinemos el pensamiento crítico, ni que seamos autocomplacientes. Se trata de buscar otros caminos y trabajar más, siempre más que los otros, siempre buscando decir lo que queremos y valiéndonos de nuestros recursos. Puede ser que quien esgrime las críticas tiene razón, pero esas se contrarrestan con el tiempo, con trabajo y con argumentos nuevos. 

9. El cuidado del cuerpo. Cuando leí de Lésper que el cuerpo es nuestro medio para experimentar, para las experiencias, para poder entender... creo que me di de topes contra la pared. Sigo obedeciendo a mi ego y a los falsos dilemas del cuidado del cuerpo. Tacho de superficiales a quienes lo hacen, me creo intelectual por justificar mi pésimo estilo de vida y mi falta de cuidado. Cuando la verdad si tengo que hacer algo por mi, por mi salud. 

A la mierda los discursos que es bajar de peso rápido, para atraerle a gente que no le atraes, que no te respetaría de todas maneras; a la mierda aquellos discursos de superación personal, de autoestima psicópata y narcisista. El cuerpo tiene que cuidarse porque es nuestro único medio, no somos todo cuerpo, pero no podríamos vivir sin nuestro cuerpo. No es superficial cuidar el cuerpo: es un asunto de disciplina, de no caer en el autoengaño, de ser conscientes que no hay respuestas rápidas. Sólo una forma de elegir nuestro cuerpo y de cuidarlo, y no es la fácil ni la inmediata. 

Bien lo dice en su blog: los dolores del alma se sufren en el cuerpo. 

10. La trinchera, de José Clemente Orozco. Ese mural me embelesaba: mostraba a un México derrotado, un México bélico, salvaje. Pero Orozco contrasta la muerte con el cansancio: los soldados caen, vencidos, pero también se desfallecen de tanto pelear. Esa pintura evoca en mi lo que significa el nacionalismo. 

11. James Ensor. Yo vi la exposición de Ensor cuando estaba en la secundaria. Me encantaban los grabados: en las procesiones había mucha gente y esa gente se dibujaba con pocos trazos. Era un manejo de la simpleza, pero también de la fealdad, de lo que no te gusta ver, eso que eres tú, pero que a la vez te confronta contigo. Recuerdo mucho el cartel de la exposición en donde eran unas personas de las procesiones, pero cuando entrabas era apenas un dibujo del tamaño de una postal. Ahora eran unas personitas y Ensor te obligaba a poner atención. 

No hay un deleite con la fealdad, hasta que miras a Ensor. 

12. Picasso, tauromaquia. Al igual que Ensor, los trazos parecen sencillos, pero hay una gran complejidad en cómo se forman las ilustraciones: son apenas unas pinceladas. Pero la disposición es magistral. Uno las intenta reproducir y no puede, no se pueden falsificar, no se pueden dibujar. Picasso tenía cierta economía, genio y fuerza expresiva. Al igual que el escritor que con pocas líneas logra transmitir sus ideas, el con unas pinceladas transmite lo mejor de una escena, de una imagen. Nos obliga a observar. 

Hay un cartel publicitario, que por desgracia no he podido encontrar, en donde las letras son posiciones de los toreros hechas con apenas algunos trazos: te vuela la cabeza el genio de Picasso, la composición, el diseño. Lo que me da elementos para el siguiente punto. 

13. La publicidad. La publicidad sería una nueva forma de arte, no tiene discurso, plantea otros mundos, posibles o imposibles; abre una pared, incluso el cielo si es un espectacular, mejor que un cuadro. Se sirve del art decó, de los monumentos, del cine, para plantear una imagen que en verdad nos dice algo, una imagen que todos podamos entender y que no depende de la verborrea que dice Lésper. Los artistas está ahí: creando, usando las tecnologías, haciendo del medio el mensaje. 

Mad Men lo describió de manera muy sutil, tanto que necesitaríamos una re-lectura, pero la publicidad mueve los hilos de nuestro pensamiento. Se va a lo más pedestre y lo convierte en necesidad, en condición sine qua non. De la que después se sirve el arte contemporáneo.

Lede y Amorales hicieron el compilado Nuevos Ricos: en pocas copias, con portadas extravagantes y música que sólo pertenecía a quien pudiera pagarla. Con ello criticaban a los magnates que pagaban por cualquier cosa, el estatuto era la rareza para vender una idea, un concepto. Algo que no entendían, pero que sólo gustaba. Lede y Amorales venden buenos productos, sin importar el discurso. 

14. Frida Kahlo. Yo comparto la perspectiva de Lésper de que Kahlo no pintaba bien, era un arte ególatra, lleno de sufrimiento. Si algo me molesta de las personas que crean es que usen el sufrimiento para causar lástima, que pidan limosna de algo que tiene que ser dado. 

Es terrible que el estereotipo mexicano sea esa pintora o una especie de Beatriz Paredes, con pelos en la cara y con un vestuario que ni en las películas del Indio Fernández, es terrible que ella nos represente como mujeres, como artistas, siendo que no sabía pintar y que su vida y su desgracia rara vez se reflejan en su arte. 

15. La fealdad. Si bien la belleza nos hace sensibles, la fealdad nos hace poetas. Cuando la vemos nuestra mente viaja, nos obsesiona, nos abstrae. No es esa fealdad que nos lleva al desprecio, a criticar al otro por disminuirlo, a proyectar nuestros problemas en el otro. 

Es una fealdad que deseas ver, porque algo te prende de ella, hay una fascinación, una idea que te da vueltas la cabeza. La fealdad es necesaria, sin ella se acaba el movimiento, el diálogo. Con ella coexiste la belleza. La fealdad está en Sade, en los grabados en donde había demonios, en los grabados de Ensor, en la muerte y en las deformidades. 

Cuando vemos las imágenes de los monstruos, de los supuestos fenómenos de circo; de los trastornos y animales feos, de las personas de las que se ha hecho burla, vemos algo que nos confronta con nosotros, que es diferente, que añade algo que no estaba antes. Ser feo es distinguirse de los otros, es romper con lo establecido. Los cánones de belleza, ante la fealdad, son mera ilusión. 

16. La disciplina. Crear, cualquier cosa, es un asunto de paciencia, de tiempo, de intentar y fracasar. No es asunto de autoestima, de no estar cansado, de que no te duela, que todo sea lineal, bello, maravilloso y de dieces. Nunca dejará de dolerte. 

Busco la disciplina, porque pensé que era bueno que no la tuviera. Lo peor fue cuando vi que se me había olvidado algo: la broma era yo, una persona que no tenía el control de su vida, que pasó de libertaria a irresponsable. Que no tiene cuidado de si. Que no preserva su salud pero que desea hacer todo lo posible con su vida. 

No se por qué demonios se cree que el arte no requiere disciplina para entenderlo, para hacerlo o para acercarse a él. Que todo es un maldito juego, que nada merece jaquecas ni estudios serios, ni argumentos. No se por qué dicen que todo es libertad cuando lo que se trata es de asesinar la capacidad crítica posible. 

Son demasiados recuerdos que movió Avelina Lésper. He estado leyendo su blog, y esporádicamente veo una entrada, otra, otro argumento, movimiento, cosas con las que yo no estaba de acuerdo y que de repente cambiaron. Porque eso es lo que hace un buen crítico, un buen escritor: explica, te hace pensar, hasta te conmueve con las palabras. Y ya que ves su discurso, puedes llegar a un acuerdo con él. 

Sin más, los invito a que escriban sus experiencias, a que observen lo que sintieron esa primera vez en que se les pervirtió, con una nueva idea. En mi caso fue el arte, en otros casos tal vez sea otra manifestación. 

martes, 17 de noviembre de 2015

Grandes maestros directos

Dice Mortimer Adler que hay dos tipos de maestros: 

- Indirectos. Los cuales son aquellas personas que nos enseñan algo (sean autores, cineastas, creadores), que no se encuentran con nosotros en el aula. Ya sea porque han fallecido o porque no será posible discutir sus enseñanzas de manera personalizada. 

- Directos. Aquellos con los que de hecho podemos tomar una clase, ya sea en persona o comunicándonos con ellos, en una conversación, un curso o clase magistral. 

Esta lista es para mis maestros directos. Aquellos que me enseñaron algo, pero que también me salvaron... de mí misma, de las catástrofes, de elegir lo incorrecto o lo fácil. 

Obviamente, son más de la carrera de filosofía, pero también hay unas cuantas excepciones, que me mostraron que: 

a) Lo que ellos enseñaban valía la pena
b) Me mostraron que se gana más escuchando que atacando
c) Nunca fui su mejor alumna, ellos no necesitaron decirme nada, con su trabajo duro fue mi cambio. 

Así pues, espero sea de su agrado. Quiero aclarar que no menciono a los malos, ellos no tienen espacio en mi mente ni en mis líneas. Quiero recordar a los buenos, porque saben 

1. Lupe. Era una maestra de español de la secundaria. Fue la primera que me dijo que su hijo sentía celos de mi... lo cual era un gran halago, pero después pude sentir como es no cumplir con las expectativas de tu mamá. Cuando ella me lo dijo, no pude comprenderlo, pero fue algo que me hizo sentir importante. 

Era bueno hablar con alguien que fuera diferente a todas las maestras estúpidas de la escuela, que aplaudían el acoso y que tenían una doble moral tan grande como su frigidez y un cerebro tan cerrado como su ano. Esa maestra nos ponía a leer y analizar Canek, un poema de libro. También leíamos poesía, separábamos endecasílabos y entendíamos cómo era que funcionaba el español. Yo disfrutaba sus clases, disfruté mucho cuando leímos y analizamos el poema El Rey es el dinero, entendí tanto ese día, y escribí como nunca había escrito antes.

2. Federico. Era mi maestro de guitarra, teoría musical... y de pedagogía hardcore. Me enseñó algo muy cierto: si quieres que alguien considere sus decisiones, escúchalo. 

Era un caluroso día de verano, bueno, no lo recuerdo, el maestro Federico nos llevó a una excursión al Conservatorio. Pasamos por Polanco, dimos vuelta en donde no era, vimos las instalaciones. Ese día, algunos chicos encontraron su vocación: la música. Otros como yo aprendieron una lección. 

Años de que se rieran en mi cara de todo lo que quería ser (cantante, músico, comediante, escritora, etc.) me hicieron huraña con las personas que de hecho me apoyaban. Eso me hizo acrítica cuando trataba de ver un problema, de entender lo que hacía. Federico hizo algo que nadie había hecho por mí: me dio voz. ¿Quieres saber lo que es ser músico? Vamos al conservatorio, observa que todos leen nota, que tienes que aprender a tocar, a interpretar y saber que la música no es fácil. Por mucho que te guste. 

Federico hizo algo que otros no: me dio opciones, perspectiva, la información que necesitaba para elegir lo que YO QUISIERA, y no dejar que los otros decidieran por mi. Me hizo saber que yo no era buena para la música, que necesito entender qué es lo que se necesita antes de aceptar algo que probablemente no quiera. En vez de burlarse de mi, habló conmigo, me escuchó y me mostró lo que me esperaba. 

Por eso lo recuerdo siempre... gracias Fede. 

3. Ariosto. Él me dio las mejores clases de bioquímica y de química orgánica que pude haber recibido. Su explicación sobre la molécula del alcohol y su implicaciones en las adicciones, el cuerpo y la industria, me hizo considerar que la ciencia es importante y que su forma de explicar las cosas es muy acertada. Además su metodología era muy eficiente, sus clases se pasaban rápido y sentías que las podías recordar por siempre. 

4. Hugo. Fue a maestro con el que pasé cálculo y me enseñó que las soluciones que son rápidas en matemáticas, no siempre tienen que ser aburridas. Además de que me dejaba participar y siempre se mostró muy abierto a mis dudas. Me hizo saber que un buen maestro no sólo significa mejor economía, sino mejor rendimiento. 

5. Lily. Algo que siempre me pasa es que tengo amigos y enemigos con el mismo nombre. Lily es de las mejores maestras que he conocido. No sólo me recomendaba películas y sus clases eran las más estimulantes del cch, sino que me dio confianza, me ayudó a no sentirme sola ni vapuleada por otros. Me ayudó a entenderme y me ayudó a ver la doble moral que hay en otros, aunque todo el tiempo quieran hacerse pasar por muy maduros, muy inteligentes o muy liberales. 

Siempre la recuerdo como una de las más guapas y maravillosas maestras que he tenido. No era fea y aburrida como las pinches viejas de la secundaria, ni era mucho menos una persona que odiara en secreto... era cálida, siempre tenía una buena palabra para mi y siempre me animaba a seguir intentando. 

6. Paco. Un maravilloso maestro de filosofía. A diferencia de los otros que eran idiotas que se fusilaban los cursos, reducían los problemas, complicaban inecesariamente los problemas, estaban resentidos, acosaban a los alumnos, eran prietos o eran unos fracasados, etc., etc., etc., Paco era exigente, enseñaba a la gente y detectaba a los farsantes, como yo. 

Pasé mucho tiempo enojada con él, porque prefería a unas gordas y feas que eran unas matadas... estaba muy celosa. Creí que teníamos una conexión especial por ser filósofos... pero no era cierto. De hecho, él siempre se burlaba de mis participaciones, no reconocía mi trabajo y nunca saqué un 10 con él. Era terrible. 

Pero un día nos encontramos en el ágora y se sorprendió, no daba crédito que yo estudiara filosofía. Fue un hombre fantástico conmigo y desde ese entonces todo empezó a cambiar. Me aconsejaba con mi tesis, me escuchaba y me ayudaba con actividades en las que no tenía experiencia. 

Siempre me encantó su personalidad, aunque no congeniábamos. Siempre supo que yo era una farsante, una desordenada, una mujer que tomaba pésimas decisiones. Y aún así me aceptó, me ayudó y me dio su mano. También era cálido y era maravilloso, siempre con algo bueno para mi. Que de aquí no salga, pero me lo imagino como Nathan Lane, así que si filman mi autobiografía, tengo que darle el papel. 

Una cosa más, cierto día me dijo que si yo hacía lo que quería, si quería ser libre, entonces me esperaba la soledad, fue algo que me temía porque ese día me habían desairado. Pero cuando me liberé de esa persona y de todos los que no me aceptaban, me sentí feliz y no me importaba más estar sola. De hecho supe, gracias a que él lo hizo consciente, que me prefería más a mi, que a otros. 

Y ahora, echemos un vistazo a los de la universidad. 

7. Lulu. Al igual que Paco, nunca congeniamos, ni congeniaremos. Me exigía demasiado, sacaba 6 con ella, nada estaba bien. Pero ese dolor, esa exigencia, hizo que me acordara para siempre de sus clases, de los argumentos, de Boghossian, de McGinn, de Conee y Sider, de Lewis. Ella sembró la semilla de la filosofía analítica. Siempre la respetaré porque ella me enseñó la claridad, el trabajo duro y el sentido del humor de un analítico.

8. Fernández. Con él, adivinen, reprobé teoría del conocimiento. Fue la primera que abandoné... pero él me enseñó metafísica, posibilidad, concebibilidad y el argumento de Kripke. Me dolió mucho no sentirme capaz, de hecho lo llegué a despreciar después. Pero él me cambió y me enseñó, pese a que no fui la mejor. Gracias. 

9. Morado. Un honor estar con este gigante. Que nunca abusa de su estatura para verte despectivamente por encima. Este si es un lógico de verdad y no un personaje imitamonos. Él fue lo mejor que me pasó desde que aprendí a derivar con trucos. Él me enseñó a ser rigurosa, a arreglarme para eventos especiales y llegar puntual a las cosas QUE ME IMPORTAN. Es un gran maestro, que si enseña lógica y ética. Algo de lo que se olvidan lo que estudian lógicas raras. 

10. Jesús. Él pudo haberme ayudado a concebir la tesis que rechazó un maestro de lógica por sus razones personales. Este maestro es muy exigente, muy estructurado. Muchos lo consideran cuadrado. Mas es de lo mejor de la facultad y de Tezonco. Te motiva a interesarte, te ayuda si no entiendes y nota cuando no pones la suficiente atención. Hace que te acuerdes de Frege y Russell para siempre. 

11. Morales. El maestro que enseñaba por discusión filosófica, no por tema. Él me enseñó la importancia de los continentales y su diálogo con los analíticos. Pero no era una enemistad, era un devenir. Apasionado, argumentaba con fuerza y si no entendía tu punto te discutía. Pero todo con razón. 

12. Xochitl. Le debo a esta maestra muchas cosas... el haber sido tolerante y el haber hablado conmigo de lo que pasaba con mi papá. Nunca me atacó por dedicarme a la filosofía analítica, como muchos de los compañeros hacen. 

13. Ezcurdia. Otra maestra con la que reprobé. Me enseñó a hablar con propiedad, a argumentar con el uso de términos y a leer muchas veces, hasta que entendiera. Otra más que me preparó para la filosofía analítica. Con Francois Recanati observamos el término archivos mentales. Siempre recordaré a Kaplan. 

14. Molina. Él es un profesor de latín y griego. Me salvó de profesores con ética reprobable, me recordó que no hay que cargar la mano a quien está peor que nosotros. Me mostró que no valía la pena fijarse en mantenidos. Y que lo mejor era que me aprendiera a amar y a aceptar. Habló conmigo como persona, no como académico. A él le debo que sepa de Adler, de van Doren, del poder de la lectura, de los Remedios del amor de Ovidio. 

15. Arroyo. Gran maestro. Simple y sencillamente, me salvó de desertar la carrera. 

Con él tuve mi primer 10. Aprendía de ciencia, de filosofía, de divulgación, de Darwin, de Llyell, de Cereijido, de lo que sería mi tesis. Con él aprendí a reevaluar las situaciones, a dejar de estar aterrada, a entender antes que renunciar a las cosas. Gran filósofo de la ciencia, gran maestro. Gran persona. 

16. Arteaga. Yo tenía un prejuicio. Y era que lo que él enseñaba no me serviría para mi área. Pero él implementó una serie de problemas y de recursos para que yo me interesara en su clase. Le debo haber leído los ensayos de Montaigne, a Lacoutour, y un poco releer a Gombrich. Siempre ha sido muy tolerante conmigo, con él he hablado y bromeado como pocas veces y hace de la filosofía moral un laberinto por el que es agradable perderse. 

17. Vargas. Él es, sin duda, mi maestro favorito. Él me salvo de algo que tanto temía: me salvó de mi misma. 

Cuando lo conocí, estaba encabronada. Era un mal día, como todos, estaba triste, frustrada, todo estaba mal. Y él, con sus palabras, su tono de voz apacible, su presencia, su conversación... me salvó. Hizo por mi lo que nadie: tomó mi dolor y lo convirtió en un plan de acción. Para que dejara de flagelarme, de necesitar, para que empezara a hacer. 

Con él conocí a Pennac y me reconcilié con Nietzsche. Con él revaloré a Nicol y reeleí a Husserl. Mis dudas las contestaba con paciencia, siempre me explicaba cosas y siempre era muy específico. Sería incapaz de faltarle al respeto, porque él nunca me haría nada. Confío mucho en su juicio, siempre me gusta hablar con él, saludarlo, me encantaría que fuera mi amigo. Y si no lo es, pues también es bueno conocerle. 

Siempre trato de llevarle regalos... no por ser una lamebotas, (no lo soy, con muchos maestros de esta lista, salvo algunas excepciones, he perdido contacto), porque cada vez que recuerdo lo que hizo por mi me doy cuenta de que tengo deudas que nunca podré pagar y que siempre estaré agradecida de que me ayudara y que hizo todo lo que estuvo en sus manos para que viera mi potencial, en vez de sentir lástima por mi misma. 

Siempre fue cálido, generoso, educado. Sabe ser un maestro y sin duda es un gran filósofo. Si es que me llega a leer, siempre recordaré que: 

...lo que uno ama, aquello para lo que ha nacido, se encuentra fácilmente: las almas emparentadas se saludan incluso desde lejos. 

De científica a filósofa

O bien, esta entrada debería llamarse: cosas que me interesaban antes de entrar a la carrera de filosofía: 

Recuerdo que pasé por mi etapa escéptico-atea-cientificista-destructiva-nihilista. Fue muy gracioso cómo pasó: leía a Nietzsche y después de saber que la religión no aportaba nada, ni esperanza ni sentido, ni había nada además de nosotros... pues abracé la ciencia como segunda religión, perdón, como nueva fe... ¡Perdón! nuevo credo o doctrina para explicar mi existencia... bueno, saben a lo que me refiero. 

Antes de querer ser filósofa, quise ser muchas cosas: científica, astrofísica, estudiar ciencias de la tierra (lo que sea que eso signifique), gimnasta o patinadora en hielo, ingeniera de sonido, guitarrista, reportera, conductora, pirata, poeta... no, esa es la canción de Frankie. 

Pero algo pasó en esos años por los que no pude concretar esos sueños. Y es porque apesto en la mayoría de las cosas que me propuse. Otras, pues fue así como preguntarle a un niño: quiere ser todo pero no tiene ni idea de qué hacer y de seguro terminará haciendo algo muy mediocre, como filósofos que escriben blogs y que hacen chistes muy malos. Dios me libre. 

Quería ser como Leonardo Da Vinci, no el de esa serie tan mala, quería interesarme en todo y hacer todo. Hacer música con la ciencia, y después irme a enseñar a todo aquel que se dejara. Porque era mi trabajo. 

Siempre tendí al todo, pero por alguna razón siempre me iba por hacer lo que yo quería y lo que me diera libertad. 

En fin, estas son mis profesiones frustradas: 

1. Astrofísica. Yo admiraba mucho a Sagan y a Asimov. Hubo un tiempo en que quise estudiar ciencia (lo que sea que eso signifique), para ser como ellos. Pensaba que algo tan abstracto como la física era mi segundo lenguaje. Pero como nunca aprendí matemáticas, ni fue algo que me interesara mucho, pues ya no podré ser la nueva Stephen Hawking. 

2. Científica. Iba a ser militante como los cuatro jinetes del ateísmo... Iba a explicar que el mundo se podía comprender en base a la ciencia. Quería establecer fórmulas y experimentos para todo, hacer medicamentos, patentes, tener mi propio programa de divulgación en donde hablara de lo que la gente cree. Mas como que se atravesó el gusanito de la música y la verdad la ciencia que enseñaban era una porquería. 

3. Guitarrista o músico. Quería combinarlo con la carrera de física, porque quería estudiar el trabajo del gran Julián Carrillo, el sonido 13, a través de la física. Cuando lo externé se burlaron de mí: me dijeron que no se podía y que Carrillo sólo hacía ese tipo de música porque tenía la suerte de tener dinero. Mi sueño de tocar la guitarra persistió, pero la verdad ahora quiero ser como Julián Lede. 

Mucho de lo que influyó en esa decisión fue que alguien me escuchó y me llevó al conservatorio, y ahí supe por fin que... apestaba para la música, no quería tocar en una orquesta y no quería reprobar teoría musical ni dedicarme todo el tiempo a tocar. Quería tocar porque me gustaba, no por ir al límite como el de Whiplash. 

4. Pastelera. Quería aplicar conocimientos de repostería y con ellos explicar la bioquímica y la energía y la química de la alimentación. Hacer cosas dulces pero sanas. Obviamente, si quieres algo dulce y sin culpa es con frutas y verduras, y en realidad la alquimia de la cocina es un pretexto para hacer recetas raras y caras. 

5. Ingeniera de sonido. En si quería saber de acústica, una rama de la física y componer piezas como la de John Williams. De hecho creo que quería ser así porque, como ingeniero siempre tienes trabajo, podías hacer algo muy chido en los conciertos, podías convivir con el grupo en cuestión... y, porque un ingeniero de sonido fue el que hizo la pieza de Los Locos Adams. Nuevamente, se rieron en mi cara y me dijeron que podría trabajar en un Steren o jalar cables. 

6. Comediante. Ese sueño persiste, pero quería hacer algo tipo George Carlin o Tim Minchin... muchos de mis comediantes favoritos son ateos, y también es cierto que se alían con científicos para poder hacer crítica y comedia. Pero es cierto que respeto las creencias de la gente y a veces se me dificulta conciliar aunque sea con la comedia. Cabe señalar que tengo muchas inseguridades por ello. Y que la comedia siempre se trata de vencer obstáculos, no de crearlos. 

7. Gimnasta o patinadora. Siempre me gustó vestir trajes pegaditos y hacer acrobacias. Y que todos vieran mi gran forma, gracia y movimientos. Recientemente Sunny Lane me hizo reconsiderar esta decisión. 

No, pero ya en serio, no me gusta mucho el deporte ni la práctica. Yo he practicado deportes que... bueno, las cosas no siempre salen como uno espera, pero lo cierto es que nunca me visualicé como deportista realmente. 

8. Bióloga marina. Este lugar común, es creo todo lo que las niñas quieren ser, o las personas que no tienen idea de lo que implica. Obviamente me gusta mucho esa carrera porque estaría en contacto con el mar, iba a entender cómo es que los animales vivían y cómo es que funcionaba la naturaleza. Lo cierto es que: 1, no creo que se trate de esto, 2,no creo que haya un buen campo de trabajo (triste pero cierto) y 3, ni siquiera me gustan los animales. 

Además, creo que muchas veces queremos estudiar las cosas porque sabemos que salieron bien para alguien que si tenía vocación en primer lugar (los que se encargaron de Buscando a Nemo estudiaron biología marina y se asesoraron para construir el escenario, Carl Sagan resultó buen comunicador como científico). Pero lo cierto es que tenemos que entender que estas personas no siempre buscaban prestigio, dinero, reconocimiento o caer bien a todo mundo, pensaban en algo que nosotros no: HACER SU MALDITO TRABAJO BIEN. 

Finalmente, creo que puedo cambiar de opinión muy rápido... o que las cosas que creía iban orientadas a una inquietud que no murió con los años. Tal vez, la filosofía dio voz a todos esos pensamientos, que me permiten investigar lo que quiero, afirmar lo que yo soy y entender el por qué de mis creencias. 

Y quizá, sólo quizá, tenga un día un programa de divulgación, en donde le enseñe a quien se deje, tenga una sección de cocina, de ciencia, de biología marina o baile, un monólogo de inicio y cierre con un número musical. Tal vez un día. 

Y si no, me conformo con ser filósofa: porque cada día agradezco que elegí esa carrera antes que otras, agradezco que elegí todas las artes liberales en una. Y la que las originó en primer lugar. 

viernes, 13 de noviembre de 2015

Amo ser egoísta

Me han pasado muchas cosas malas... no se ni desde cuándo: primero, es que tengo que madurar y es como eso ya hace cinco años. No estoy bien en mi trabajo, en la escuela, pues, tampoco. Y la verdad tengo deudas. Me dejó mi pareja, pero la verdad él y tres varos, me duelen más los tres varos. 

Tengo insomnio situacional... que es, como su nombre lo indica, una situación en donde te angustias, te agobia o simplemente no puedes con ella... y dejas de dormir o tardas en conciliar el sueño. Después te levantas hecho papilla, pero después tienes que seguir trabajando, y luego si te duermes no te sientes bien. De mal en peor. 

Entonces fui a los baños públicos que me gustan... primero con mucha culpa, después... se me olvidó todo. Me bañé 30 minutos, al vapor otros 10, di propina. No quise jugos ni comida o algo... la verdad no. Pero el agua caliente me cansó... asesinó la preocupación en mi cerebro. 

Agarré un cansancio rico, después de una hora de relajación. Me relajé muy bien porque el agua era perfecta, el gel olía muy rico (luego les digo cual es), lavé mi cabello y cara, me cepillé los pies... fue como si me quitaran un peso de encima. 

Gran terapia. Quisiera volverlo a hacer. 

Después me compré un gel de baño en Ives Rocher, iba a ir a The Body Shop, pero no me gusta esa sucursal. El gel era de aceite de oliva, me gustan los exfoliantes, pero ya pronto. Aproveché la oferta, me di mi regalo por no hacer nada. 

Antes, recuerdo que me dejaban sin televisión, que no me dejaban jugar ni hacer lo que yo quería. Cuando trabajaba, reprobaba materias, las pasaba cuando quería, no hacía ni el menor intento. Y me daba todo lo que yo quería: lo que el dinero podía comprar. 

Y el aprendizaje... bien gracias. No importaba si había lección, ya no me castigaban ni me autocastigaba. Valía todo eso porque yo tenía el control. Y del control al descontrol absoluto. 

Luego pasaba por las tiendas, por la comida y veía. Quería todo para mi familia... pero recordaba lo que me representaban. Por mucho que quería procurarles, por mucho que pensaba en ellos, al final todo iba para mi. Porque no me importaba nada más. 

Podré querer a muchos, podrán hacer cosas por mi... pero también esos que te quieren y que supuestamente les agradas te dicen de cosas, te juzgan, te señalan. Y después te das cuenta que para qué lo intentas, que luego tienes que hacerlo por obligación y que tarde o temprano seguirán en lo mismo. Aunque tu te esfuerces, inviertas en cosas para conciliar. 

Conciliar es para idiotas. 

Y entonces la casa pierde, pero tu ganas. Te vas a bañar, compras una comida con lo que podrías comprar pan, leche, jamón o queso. Compras un gel de baño que cuesta lo mismo que dos jabones para ropa. Prefieres pagar la mitad de tu sueldo en cosas para ti. Y administrar y contarles los pesos a los otros. 

Porque el hombre es egoísta, no existen tal cosa como los valores colectivos. Cuando uno ve algo, lo ve para sí, para otros... los otros, es un ente abstracto, problemático y que nunca ha de servir mas que para lograr mis intereses. 

El hombre que es más humano ve a sí mismo en primer lugar, no a los otros, no existe tal cosa como el sacrificio. 

Cuando logras quitar a los otros y sólo te tienes a ti mismo, cuando tu eres tu propia obra, tu propio proyecto, tu autorealización... se siente fantástico. 

Cuando hay un sistema que satisface lo que tu quieres, cuando lo quieres y como lo quieres, sin importar si lo necesitas, si hay otro, si gastas mucho o poco, si no es realmente una libre empresa, ese sistema triunfa por sobre el que privilegia a la masa. 

Por eso amo, amo ser egoísta. Me gusto más yo que los otros. Me encanta pensar sólo en mi... ¿Quién más lo haría con tal vehemencia, con tan poca importancia a los otros? 


jueves, 12 de noviembre de 2015

Canciones con filosofía: Wild world

El siguiente año cumplo 26... sólo soy una niña de 26 años. 

Aún sigo creyendo tonterías sobre enamorarme, pese a que he comprobado lo mal que salen las cosas; aún creo que vienen cosas mejores, creo que no estoy sola y que al menos escribiré una buena obra.

A veces me rió de esos sueños... otras me pregunto y si ¿no suceden? A lo mejor no pasa nada. Luego creo que no pasa algo que uno no quiera, que no uno no haya dicho, ni construido. Es obvio que tengo que buscar, que tengo que hacer cosas para lo que sigue y que debo procurarme buenos momentos. 

Primero me tengo que convencer de lo que quiero y tengo que hacer estrategias. No son cosas tan fáciles, pero tengo la obsesión suficiente y tengo que hacer algo que me haga feliz. No es que sea el fin último la felicidad, pero es una parada importante. 

Recuerdo que no ha sido fácil, principalmente porque he luchado conmigo. Recientemente sufrí una ruptura y una pérdida. La ruptura no dolió tanto, la pérdida si. 

Son esas cosas las que me hacen recordar que el mundo es un lugar solitario, un lugar difícil, un lugar hostil. Aún así, hay una peligrosa esperanza de que podemos cambiar, podemos hacer cosas mejores, nos podemos recuperar. 

Siempre recordaré al hombre que perdí. Y a veces, con cariño, a la otra persona. No es fácil arreglar el mundo, podemos arreglarnos nosotros, una cosa a la vez. Las personas a veces tiene que irse para que uno crezca y haga algo bien. 

Y ese mundo, siempre es un lugar salvaje, pero siempre me recuerdo como una niña... que aún no sabe muchas cosas, pero que intenta cambiar aunque ya no esté con los que ama. 

No es fácil arreglarlo todo con una sonrisa y es posible que se tornen las cosas más oscuras, pero ese mundo salvaje está ahí y tenemos que salir en algún momento. Tal vez lo que más tememos es a nosotros mismos. 


The Skeleton Twins o la verdadera familia

Maggie: Es que tan diferente de los perdedores con los que estuve. 
Milo: Tal vez lo tuyo no sea lo bueno.

A Lalo mi gemelo esqueleto. 

¿Qué significa ser familia? ¿Será acaso compartir un parentesco? ¿Tener otros familiares en común? ¿reunirse a celebrar triunfos, fiestas y felicidad propia y ajena? 

¿Qué es la felicidad? ¿Es acaso ser delgado, hacer lo que uno quiere en la vida, tener una pareja, una familia, una madre amorosa, una buena vida, sea lo que sea que esto signifique? 

The Skeleton Twins explora esas posibilidades de forma filosófica, emotiva, humorística y retadora. Son dos hermanos gemelos, Maggie (Kristen Wiig) y Milo (Bill Hader), que después de diez años se reúnen para solucionar sus respectivas crisis existenciales. La muerte, el suicidio, el amor, la estabilidad mental, la familia, la identidad sexual y la felicidad, son temas que se cuestionan en este poderoso filme. 

Wiig y Hader, ambos del elenco de SNL y este último de South Park, son conocidos por sus papeles de comedia, pero esta película destruye toda asociación posible con sus personajes en las series. Ambos interpretan a dos seres humanos en el límite, con todo el dolor posible pero también con el sentido del humor que los salva y libera. 

Salvación, ese algo que viene con personas que genuinamente amas. No con lo que te hacen creer que es la felicidad, la familia, el amor maternal, la escuela o carrera. Maggie y Milo tienen una salida: ellos mismos, su capacidad de ser libres sólo con ellos, su lenguaje y su forma de compartir la intimidad. Es tan buena su actuación, tan humana, que a veces uno puede descubrirse en Maggie, o bien en Milo. 

La verdadera familia 

La familia a menudo se presenta como una estructura podrida, fallida, una asociación de espías que es tan corrompida como la misma sociedad de la que pretende proteger o preparar. No es un espacio donde haya comprensión, donde alguien puede ser uno mismo y donde no se puede sentir amenazado. Donde siempre se perdona aunque se digan cosas que duelen. 

Y es eso lo que nos queda después de ver el fracaso de las relaciones humanas: después de ver a las madres ausentes, psicólogos idiotas y reduccionistas, escuelas en donde carecemos de educación emocional, familias rotas en donde no hay comprensión ni amor siquiera. En donde tapamos una cosa con otra pensando que es la cura y sólo es un paliativo para este eterno dolor. 

En Skeleton Twins se observa que tiene que cambiarse la concepción de familia. Familia es la que te salva, la que te complementa, en donde te apoyas y te proteges. ¿De qué? De ti mismo y de hacer estupideces. En tu familia, la verdadera, se puede decir la verdad sin temor a ser descubierto. 

Y es en la familia en donde se busca la felicidad, no la que te venden como el mito del éxito, no es la que te dijeron que debía ser. No es la que está en esa empresa de la insatisfacción. No es lo que nosotros pensamos. 

La verdadera familia es en donde te sientes cómodo, pero no es una zona de confort: te abres, eres crítico contigo mismo, no necesitas decir de más. Porque ya saben qué es lo que ocurre. Es con quien te reúnes a compartir intimidad, en este mundo donde todo tiene que ser exhibido, hasta la propia integridad. 

La familia es el apoyo, es lo que permite que salgas a flote después de sumergirte en ti mismo, como propone la bella metáfora visual que ponen en la película. Nada detendrá ahora a la verdadera familia. 




miércoles, 11 de noviembre de 2015

Escribir desde la entraña

En algunos post más viejos, me he leído como una persona que está furiosa, que quiere deshacer a sus enemigos con sus palabras. Que escribo con el estómago, en vez de escribir con la mente, la razón, o el corazón. 

Es cierto: escribo con la entraña, porque ahí hay fuerza, pero es una fuerza bruta, un tornado intempestivo. Claro que alberga una fuerza escribir con groserías, con malos recuerdos, con amenazas, con vituperios y, si se puede, con diatribas... Pero no es todo. 

Escribir con la entraña es bueno para la catársis, para empezar a hablar. Destapar el vaso comunicante del dolor. Sabemos que no somos todo enojo, pero no podemos ser sin el enojo. Nos sirve para sabe que sentimos, que estamos vivos. 

A mi a veces ya no me indigna, pero lo cierto es que recuerdo que los insultos me ponen a prueba. Recuerdo que no tienen razón, que los que están más enojados y los que se odian más son ellos. Recuerdo que yo me he superado, que yo he cambiado mi esquema y que he visto, en contadas ocasiones, que no es el caso lo que dicen. Sólo son prejuicios. 

Por eso, cuando uno escribe con la razón, puede desentrañar un prejuicio, pero ya una vez que lo ha sacado con la entraña. No soy partidaria de algo, creo que, razón y entraña, se alimentan mutuamente. 

Nunca olvidar la fuerza, pero también que tenemos un cerebro. Que estamos enojados, pero convertir ese enojo en una crítica, en un manifiesto, en un grito de guerra. Reconocer que nos duele, que tenemos enemigos, pero que ya no nos harán daño, que hemos visto algo que no estaba y que ellos no tomaron en cuenta. 

Pensamos que las cosas no cambiarán, cuestionamos por qué nos pasan a nosotros. Por qué, si hacemos tal o cual, no cambia nuestra suerte. Pero lo cierto es que no podemos quitar el dolor, no podemos cambiar a la gente, no podemos quitar el odio de las personas, por muy buenos que seamos. No somos mejor que el otro si le contestamos, pero tampoco es mejor o peor que nosotros. Es tan humano. 

Y también se deja llevar por la entraña. A veces es bueno contestarle con entraña, otras con la razón. Pero no evitar el sufrimiento, ni el enojo, ni la indignación: esto también hace la vida, tanto como la alegría, el amor y los placeres. 

Si quitamos ambos extremos, nos hundiremos en la desesperación, nos convertiremos en seres incompletos. 

Y hay que recordar: no somos entraña, somos cerebro y somos corazón. No porque se tenga que actuar siempre con un solo elemento, sino porque somos un todo, que se articula y funciona. Y si una parte no funciona, todo se va al carajo. 

Peleas en la carrera de filosofía

Los filósofos no son amigos de otros filósofos. Cuando esto llega a pasar o bien tienen ocultos celos profesionales, o bien es tanto su odio que lo subliman con cariño. 

A continuación les cuento algunas de las anécdotas que he vivido en esta mi amada carrera, pero que me han hecho considerar qué clase de personas somos los filósofos: 

1. La primera pelea que recuerdo fue porque dije que me gustaba Glee. Ya saben, todo este asunto del teatro musical, de las drama queens y de la exageración al aceptar la convención de que podían cantar en vez de hablar. La persona que me reclamó, un mamón que ya desertó, por cierto, me dijo que eso me restaba puntos (supongo que del sistema de puntos que él acababa de inventar) y que cómo era posible.

2. El mismo imbécil juraba y perjuraba que Sweeney Todd no era un musical...  pese a que las letras eran de Stephen Sondheim, pese a que no era el género que él decía (gore) y pese a que TODO ERA CANTADO. Reitero que era un mamón, además de indignarse a lo estúpido, era muy ignorante. Y, como toda la gente que no sabe nada, le molestaba que la gente no fuera tan ignorante como él. 

3. Con un supuesto ayudante de las clases de lógica, me enfrenté porque le dije que no tenía facebook... para ver lo que él y sus maravillosos amigos de la lógica hacían. Se indignó, me dijo que a estas alturas era inconcebible. Si su mirada hubiera sido cáncer, ya habría hecho metástasis una y mil veces. 

Y es que era obvio: si no tengo facebook ni para chismes o entretenimiento, que es para lo que se usa, no voy a ver cómo presumen de sus supuestos logros gente que supuestamente tiene que ayudar a sus demás compañeros. Lo único que quería eran ejercicios para hacer pruebas con hipótesis. Me dieron largas y largas. Ninguno, ni el supuesto maestro estrella, me auxilió. Intento que hacía, intento que ponían trabas.

Pueden pensar que era un pretexto, que me justifico, que no intenté lo suficiente, pero si hice todo lo posible para una materia que reprobé tres veces. No me enorgullezco, pero di pelea por otros medios, hice exámenes con otro maestro, esperé más tiempo. No importa el tiempo ni el costo si quieres aprender. Además, siempre me pregunto: si ellos ya tienen su dizque vida comprada ¿qué les importa que otro se dedique a otros campos de la filosofía? 

4. En la FES Acatlán hay un supuesto maestro de filosofía que se enoja si los alumnos comen dulces o si llegan un minuto tarde. Ese maestro era tan absurdo que pensaba que todos tenían que aprender latín y griego, pero más latín, para acceder al idioma del conocimiento. 

Híjole, creo que este maestro no sabía inglés y si lo sabía, pues ninguno de los materiales importantes ni difíciles de conseguir estaban enteramente en latín. Además, ese supuesto maestro, como todo buen católico, panista y de derecha, era bien caliente: le tiraba bien recio a las alumnas y una vez que se iba con una, buscaba a otra y a otra. Dizque bien macho, pero nunca me encaró cuando se lo dije, nada más me echó ojos de pistola. 

También su estrategia era quitar a sus colegas mujeres andando con ellas. Y ya que las satisfacía, pues lo mantenían, le lavaban la ropa, le daban alojamiento, para después dejarlas en la ruina. Muchos compañeros machitos decían que qué chido... pero la verdad, para admirar a mantenidos mochos... si, hay que estar muy mal. 

¿Qué cómo se tanto? Pues porque nos conocíamos y quería andar con él... hasta al mejor cazador se le va la liebre. Pero a mi no me la aplicó porque me di cuenta y porque, desgraciadamente, en el pozo en que tiene a mis supuestas rivales, muchos años pasarán para que puedan salir. Así que mejor no criticar ni cargarles la mano: yo pude haber estado ahí. 

5. Seguí peleando con otro tarado que ni sabía por qué le molestaba tanto. Esta anécdota es igual de absurda que las otras. Siempre hacía sus desplantes y groserías: invitaba a su club de Toby pero a mi no, se pasaba de largo, no contestaba nunca si le hablaba directamente y se salía cuando yo exponía (si, eso también lo hacen los compañeros filósofos). Pero la bronca no fue esa, porque a veces ni cuenta me daba que era hostil conmigo, la bronca fue cuando lo encaré. 

Lo que le dije fue: bueno, se que puedo llegar a ser un fastidio, cierto, entonces: ¿qué te molesta? 

Esta, prepárense, fue su "brillante" respuesta: 

Eh, mira, pues... yo, la verdad es que luego mejor me llevo con otras personas como A y B (omito sus nombres porque negaron que fuera su amigo, eh), la verdad es que no es nada contra ti, pero, eh... este... mi novia (ahora ex novia, perdedor), dice que eres muy inteligente y... lo importante es conocerse a sí mismo y pues... sentir cómo es la gente. 

JAJAJAJAJAJAJAJA. Mejor terminé la conversación. Mi cerebro se averió ese día de tanta estupidez. Ni Sócrates lo salvó, me cae. ¿Cómo pude querer aprobación de alguien que ni siquiera sabe expresarse? Ni siquiera dice las cosas en la cara, buena salida para alguien que no sabe ni qué le molesta. Yo entiendo que hay gente con la que no puedes decir que está mal y que te cae mal sin razón. Pero a esa gente NO TE LE ACERCAS. Y no finges, más cuando tu discurso es ser genuino. 

Además... de octava embarrar a la novia, que ni siquiera me hablaba y que yo ni conocía, sabía que no era mala persona, pero, híjole, ¿por qué no sincerarse y buscar soluciones, por muy drásticas que sean? ¿Por qué no contestar una simple pregunta? Lo que me deja como lección es ya no tomar en cuenta las opiniones de la gente... no porque uno no quiera vivir en la realidad, sino porque son tan estúpidas las supuestas razones, que si me pueden hacer perder la noción de realidad misma. 

Por cierto, me recordó a ese personaje de la serie Pequeña Britania, Vicky Pollard: el cual embarra a todo mundo... pero que nunca dice que es ella la chismosa, la intrigosa y la que quiere hacerla de bronca


Dice Sócrates, dos amigos, mi novia y mi prima que me caes mal. Eso no es cierto. Bien, compañero, muy bien.
6. Por mi interés en la filosofía analítica. No saben cuántos me han mirado de mala manera: porque argumento, porque puedo decir bien un dato, porque puedo... Por desgracia no es bien visto que una persona que no era aventajada de repente salga adelante por sus gustos e intereses. Yo pensaba que los filósofos eran gente más crítica. Y no... la verdad no. 

7. Por saber bien inglés. Aunque no lo crean, tuve compañeros muy envidiosos porque yo dominaba el idioma y ellos no. Les expliqué cosas en inglés, no muy complicado, incluso llegué a participar en inglés... pero claro, si titubeaba un poco, risas. Si les explicaba... malo, porque pues es malo que una mujer sepa hacer cosas mejor que un hombre. 

8. Me he peleado también por defender el sexo casual. Mi postura es: es perfectamente aceptable que una mujer quiera y busque sexo casual. Siempre que sea con protección y sin involucrarse de alguna manera con la persona con quien se tiene sexo. 

La chica con la que me peleé, era de esas personas cerradas y sin criterio. Inmediatamente anteponía su prejuicio... además le gustaba mucho la lógica y pretendía darle clases a la banda... Ni hablar... la lógica es lo más claro, es para romper las barreras de la comunicación. La lógica, según Raymundo Morado, un lógico de verdad, es muy bella, porque te ayuda a comprender al otro, a no implicar rivalidad aunque sean posturas con las que no estamos de acuerdo. No entiendo por qué todos los que son prejuiciosos se van a la lógica... no se les va a curar como la gripe. 

9. Me han discriminado por mi ropa. He ido con abrigos de pieles (sintéticas, no se espanten), mochilas bonitas, mallones con estampados bonitos de animal print y de varios colores, joyería excéntrica, pequeñas tiaras, anillos... Y me han echado unos ojos como si fuera algo malo. Como si por mi ropa no mereciera estar ahí. 

10. Porque no apoyé a los 132 y no apoyé al Peje... Por desgracia, las personas a las que se los externé, de pendeja no me bajaron. De derechista, del yunque y de todas esas estupideces, porque yo no creía en una necedad de una persona para desestabilizar el orden social. No me quiero hacer una intelectual de la política, pero AMLO es un alborotador, no creo su discurso ni veo en él una posibilidad de progreso para México. Y no es que sea un peligro, es que será igual que los otros. Dah. 

Con los 132 pasó lo mismo: yo no creo que una revolución sea en las calles, es en las aulas: es con la divulgación, con la palabra, comunicándonos con otros, llegando a un acuerdo con ellos. No es imponiendo posturas, ni discursos. No es pretendiendo que algo nos interesa de forma abstracta, cuando en la vida real somos pésimas personas, no nos preocupa el compañero de al lado y además, lo vemos como un rival, ni siquiera nos preocupamos por él. 

Por cierto, nunca me pierdo el programa Sin filtro, love it! 

11. Porque no me gustan algunas formas de la UNAM. Por principio, su enorme libertad. 

Las grandes virtudes son los peores defectos y viceversa. Yo amo la libertad de la UNAM, me encanta cultisur, me gusta cómo mi facultad colinda con San Ángel, con el metrobus, con Perisur, Tlalpan, con el Colmex. Me encantan sus planes de estudios. Pero, honestamente, puedes hacer lo que quieras, lo que se pega la gana. Todo el tiempo que necesites y eso no siempre es bueno. A veces es bueno tomarse el tiempo, pero no demasiado, porque la vida va mucho más rápido. 

Y, aunque esa libertad me favoreció... no me ha ayudado a madurar. No he encontrado un orden para mi. Se que es complejo, es contrario a todo lo que yo creo y todo lo que amo, pero es cierto, tan cierto, que duele. Que uno no puede estar tranquilo pensando en que hace las cosas bien, sólo porque hace lo que quiere. Cae en su propia trampa. 

12. Por querer ser autodidacta. Ya lo he dicho y no me arrepiento. No es que yo les diga a los maestros que no me importa lo que me digan ni que no los tomo en cuenta. Se trata de que, por mi metodología, mi historia de vida, mis razones: YO QUIERO SER INDEPENDIENTE. Creo firmemente que: la conclusión de una vida de estudio tendría que ser convertirse en autodidacta. Si una persona va a decir lo que otros o no va a cambiar ni un poco su forma de pensar... ¿por qué quemarse las pestañas entonces? 

Sin más, un saludo a todos mis enemigos. Y un agradecimiento: si no fuera por ustedes yo no estaría aquí. Y si ustedes creen que me van a hacer a un lado con sus supuestas humillaciones, sus insultos, sus prejuicios... que equivocados. Mientras más me dicen que no puedo, mas me esmero en terminar. Han de saber que mi umbral del dolor es muy alto y he heredado de mis familiares ser obsesiva, pese a los contrafácticos. 

Han de saber también, que confirman mi punto de que, desgraciadamente, los estereotipos son inevitablemente ciertos. 

Hash tag: tu envidia me fortalece. Sonrían más, por Dios. 


domingo, 8 de noviembre de 2015

Comentarios sarcásticos de la exposición de los Beatles

Esta exposición se encuentra en el museo Soumaya, no fui a verla cuando estuvo en Carso, porque no me gusta la gente rara ni fanática. Pero en Loreto me pareció un poco más neutral y más cercano a la escuela y a mi casa. 

Pensé en lo solemne que somos los mexicanos por la tragedia beatlemana (cuando los Beatles iban a venir a México, peor Uruchurto dijo que corromperían a la juventud mexicana y el águila derramaría una lágrima por cada hijo de la patria que perdería...) No así, pero casi. 

Pero en una actitud de ya supérenlo, fui a la exposición de los Beatles y esto fue lo que puse en el libro de comentarios, esperando que cada beatlemano, fan de Manuel Guerrero y del comesopas, o súbdito de Ricardo Calderón no me crucifique. Enjoy: 

1. ¿Por qué no hay algo de los Xochimilcas? Ellos influenciaron a los Beatles. 
2. México es el único país en donde hay más horas de música beatle que en el mundo. México: get a life. 
3. ¿Qué hace falta para reunir a los Beatles? Dos balas. 
4. Aquí en México tenemos a los Beatles, no como Inglaterra que tiene a sus Rolling Stones (chiste de Dan Castellaneta)
5. Manuel Guerrero es considerado por los fans de los Beatles como el más mamerto de los locutores de universal. Hashtag: dato curioso. 
6. Los Wings eran mejores que los Beatles. 
7. El disco de los covers de los Beatles, al español, es un buen mensaje para entender por qué no estuvieron en México. 
8. Si Paul estaba muerto ¿quién se casó con la coja? (lo veían venir, no se hagan). 
9. Muchos que intentan peinarse como los Beatles, terminan pareciéndose a Silverio. 
10. Hay un hombre que por años inspiró a generaciones a intentar cosas nuevas, a esparcir mensajes filosóficos, a entender al hombre a través de la música. Ese era Bob Dylan. 
11. Que mamada de película es Across the Universe. 
12. ¿Por qué no ponen un apartado con las drogas que usaban? 
13. Si observan la foto que reparte el abuelo de Paul en A hard day's night, se darán cuenta de que el que sigue es Ringo. 
14. ¿Ya soltó los derechos Michael Jackson? 
15. Y ¿la exposición de The Rutles para cuando? (si es fan de los Beatles lo entiende, si no, es un fanático estúpido y acrítico). 
16. Mi película favorita de los Beatles es en donde el chavo se electrocuta cantando justo cuando en el grito en I saw her standing there. Nadie la ha visto. 
17. El quinto Beatle... está en ti. 
18. En 100 años tal vez salga la expo de Juan Direction. 
19. Ver todo ese material, los juegos de mesa, las pelucas, los trajes, sólo me dice una cosa: cuanta porquería se puede sacar de un muy buen negocio. 
20. Creí que los 4 fabulosos eran Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw.
21. ¿Alguien sabe algo de Enrique Rojas y por qué ya no habla en Universal? (¡No entres ahí!)
22. Tengo un amigo que se parece a Lennon, excepto que es prieto, no toca bien la guitarra y es chaparrito y medio bigotón. Pero si le da un como aire. 
23. Me gusta cuando cantan la de Anna los grupos mexicanos: ai guant yu to now nahhh. 
24. ¿El grupo Morsa es así porque de hecho parecen morsas sus integrantes? 
25. ¿Quién es Mark David Chapman, amá? 

Y mi favorita de todas, la que yo escribí primero:

26. Los Beatles... ¿y esos qué cantaban? 


La venganza del televidente

Hablando de cómo pasa el tiempo y de como lo nuevo se hace viejo y el mundo que tú conocías desaparece... voy a contarles una historia. 

Hace no mucho tiempo había algo llamado televisión. En donde había pocas, pero muy dignas, opciones para pasar el tiempo y a veces divertirte. 

Lo cierto es que la televisión era inestable, y no por la modificación del aparato en sí, sino porque había intereses de personas que no la veían y que creían que la gente que lo hacía, eran imbéciles, o pobres que no merecían nada. 

Había programas de base llamados series de televisión y antes se tenían que cazar en horario y día. Y te enterabas por algo llamado diálogo. Yo veía series como Los Simpsons, Padre de Familia, Will y Grace, La Bella Susan, La niñera, Aprendiendo a vivir, Benny Hill, Monty Phyton. Incluso llegué a enterarme de La casa de los dibujos y The O. C. 

Había telenovelas ciertamente buenas, incluso emotivas... Esas eran las que tenían más estabilidad, no como las series que he mencionado. 

Había programas de divulgación, pero eran más divertidos, porque a veces se pensaba que la ciencia era una excentricidad, antes que una forma de pensar y la doctrina más aplastante de todos los tiempos (cientificismo). 

No toda la animación se hacía por computadora: había marionetas, stop motion y a veces una animación muy rústica que parecía hecha con acuarelas, pero era muy bella y te quedabas viéndola. Animación japonesa había, pero no siempre eran buenas sus historias, o eran muy rebuscadas. Tal vez no entendía su lenguaje, pero nunca me gustó salvo por excepciones como Sailor Moon y a veces, Hayao Miyazaki. 

Antes de que hubiera videos en internet, había algo llamado cable: en donde pasaban esos videos. O a veces cortaban la programación en la noche para pasar videos buenos. Yo alcancé a ver ambas opciones, en algo llamado programas de música. En donde en verdad pasaban el video y lo veías, sin tanto anuncio, sin gráficos, ni saludos ni presentadores gritones. Recuerdo que se llamaba Neon Nights y el canal que pasaba los videos era MTV. Logré verlos en casas de amigos, en hoteles en las vacaciones, o bien en casa de otros familiares.  

Los programas de comedia quizá sólo hacían reír, algunos no eran tan irreverentes, pero se agradecía mucho si te hacían descubrir algo nuevo. Había un canal, que antes de ser foro tv era el canal 4. Ahí vi las mejores series, videos y comedias de mi vida. Había una que se llamaba Mad TV, que aunque el doblaje no era bueno, por Dios que era fresca, por Dios que era buena. Era diferente 

Es por ello que la televisión parecía un romance de verano: duraba poco pero se recordaba siempre... esos recuerdos están vivos: la televisión era mi vida, mi consuelo, mi primer estímulo. La escuela, la iglesia, la familia, eso me asfixiaba. Eso no cambió con el tiempo. 

Pero entonces, esa gente mala de la que hablaba cambiaba los programas, los pasaba en un supuesto horario estelar, cambiaba todo. Cambiaba incluso las voces de los actores porque creía que no te acordarías de ellos. Quería que no recordaras nada. 

Ponía en su lugar programas y contenidos del canal, que eran a veces muy mediocres. Preferías la tele que estaba y te preguntabas cuánto duraría, cuanto estaría antes de que lo cambiaran sin avisar. Te aterraba el cambio porque la televisión era tu estabilidad, porque nada era estable, ni tu mismo. 

Los programas de videos morían, para dar paso a otros contenidos. Muchos videos eran antes de pasar un comentario sobre el artista, mejor dicho chisme, y los dejaban algunos segundos. 

Por desgracia, las caricaturas tampoco eran respetadas: se creía que eran sólo para niños y por eso se podía hacer lo que querían con ellas: Continuamente las quitaban o sólo las pasaban en el peor horario: la mañana, en donde no podías verlas y en el peor canal posible: el once. 

Nunca se corrigió eso... Sólo se fomentó con el tiempo, como si el televidente fuera un bote de basura, al que había que tratar peor que la mierda. 

Bueno, no tanto, pero casi. 

Entonces llegó algo nuevo, que como todos los adelantos tecnológicos propiciaría la poca comunicación de las personas, pero ese algo era fresco, era brillante, tenía todo. Era parecido a una televisión, pero esta la podías apagar y prender y siempre había todo, siempre te esperaba, siempre te acogía. Definitivamente, era mejor que la tele. 

Ese algo se llamaba computadora (o PC, o tablet o teléfono, pero centrémonos en la computadora). Sin importar lo que pasara: ella siempre estaba ahí. No estaba sujeta a nada, no la hacía la misma gente mala que había arruinado a la vieja y horrenda televisión. 

Entonces, de ser la caja idiota o de ser el centro de atención, la tele empezó a cambiar también, a programar mejor sus series (al menos en cable), a traer actores de cine, a inspirarse en libros, en la historia, la moda, la música y el amor por la tele misma, por el contenido mismo. 

Pero eso sólo llegaba si lo podías pagar. En los demás canales era inconcebible que te pusieras a pensar y que exigieras algo nuevo. 

Pero el televidente hizo lo propio: exigió y triunfó. Dejó de ver la televisión que le imponían e hizo lo que tenía que hacer: decidir, ver lo que quería a la hora que se le antojara. La computadora era su sierva, dispuesta a escuchar todas sus peticiones y deseos. 

Y si sabes inglés, entonces tenías el doble o triple de contenido, lo mejor de dos, de múltiples mundos, podías ver la pantalla y jugar, o hablar con otra persona, enviar correos y escribir tu tarea. La computadora lo tiene todo. 

El control remoto, ese viejo invento, ahora era el mouse o el click que hacían tus dedos en la pantalla o en el tablero. Cada caricatura, completa, sin comerciales, con sus veinte minutos que no se hacían eternos. Con un planteamiento, desarrollo y conclusión al alcance de tu mano. Podías ver dos o tres, toda la temporada en una mañana, una tarde o una noche. Armar tus propios horarios. Ver lo que había pasado hasta que a un cretino se le ocurrió cortar la serie o cambiarla de horario. Tener la temporada sin esperar meses, incluso años. 

La tele permanecía apagada: la gente veía lo que quería ver. El televidente se había vengado.

Y con razón, porque no lo trataban con respeto, porque no tenía lo que quería y ante eso reacciona como el peor de los niños y como el más cruel de los hombres. 

Pero una vez que se prendía el monitor, que apreciabas la historia, te reías, llorabas, aprendías... te reconciliabas con el niño interno. Recordabas lo que en verdad apreciabas, te sentías otra vez tu mismo y todo era mejor. No te molestaba nadie: era sólo el monitor, el programa y tu. 

Tantos años de someterte, de esperar, de llenar el vacío con otras cosas... No te obligan a ser mejor, ni a buscar estímulos diferentes. Te llevan a compensar. A llenar el vacío. A dejar de lado otras cosas para ponerte al corriente. A pensar que es mejor que sobre y no que falte, si falta viene el síndrome de abstinencia. 

La tele, es donde tienes tu primer estímulo, tu primera adicción, tu primera evasión. Los libros, las relaciones, la vida, eso viene después. Porque recuerdas lo que te quitaron, recuerdas que no lo permitirás más, que primero es que tengas lo que quieres.

Por eso me gusta sentarme, sola, cerca de las 12 de la noche, cuando nadie me molesta, cuando nadie me habla. A darle a ese niña malcriada los programas que me pide, las cosas que no pudo ver y que desea saber que pasó con la historia. Quiero darle que recordar y que pensar, que vea todo y que se entere de todo. Al calor único del monitor.