sábado, 26 de septiembre de 2015

Canciones con filosofía: Moscas en la casa

Hubo un tiempo que Shakira escribía buenas canciones, canciones con un pequeño mensaje, con cierta melancolía y hasta fuerza poética. Antes de decidirse por las letras sin sentido y que sólo explotan el hecho de que parece la amante de alguien. 

No me gustaba mucho, pero en el Unplugged que hizo para MTV en donde pude apreciar su calidad musical. Ya después como que perdió el camino y "se reinventó" con la Shakira que conocemos ahora. 

He elegido esta canción... porque este año no acaba, este año es largo y ciertamente no ha hecho el mejor clima, no han pasado las mejores cosas, se suspenden las ganas de sentir, se entra en una nada absoluta. 

¿Qué se siente estar perdiendo a alguien? No perderlo, al menos sabes que ya esa puerta no se abrirá... pero cuando ves lo lentamente que se deteriora, que los días pasan y pasan y no mejora. Que el tiempo transcurre más lento. 

Esperar, tal vez es peligroso, porque no sabemos de eso que esperamos: cómo llegará, cuándo llegará, lo mucho que nos hace falta, el saber si la culpa fue nuestra, que eso qué anhelamos ya no volverá. 

Por desgracia... aunque esperemos puede ser no pase nada, o que no haya nada que podamos hacer para mitigar ese doloroso tiempo de espera. Creo que el tiempo que se hace largo no es lo más doloroso, sino las representaciones que ocurren en este tiempo. 

Mientras, observamos cómo todo se va, todo cae, todo se sumerge en una gran melancolía: porque no hay nada qué hacer, anhelamos lo que era antes. Pero no contamos con el cambio, con que nos ocurren reveses en la vida. 

Yo sigo anhelando que vuelva conmigo, saber qué existe, que sigue con nosotros. Seguir creyendo que se recuperará... pero todo ese pensamiento y esa imaginación... sólo son cacharros viejos de un sueño roto. 

De este año que nunca termina, como una lenta recuperación. 


martes, 22 de septiembre de 2015

Los olvidados o las representaciones erróneas

Cuando vi Los Olvidados, fue corriendo a leer a Octavio Paz, a Samuel Ramos: las palabras estaban vivas, el México que veía al ver la película, al leer esas líneas, no era una ficción: estaba ahí, estaba más allá del libro. 

Cuando siempre dicen que no queremos o no podemos leer, que sólo hay pretextos para no entender lo que se dice, yo los sepulto con una frase de Juan Domingo Arguelles: la lectura trasciende a los libros. 

Así, se puede leer una película, una pintura, una expresión, una situación. La lectura es mucho más que un libro. Las palabras saltan a una representación, y de ahí a la vida.

El Jaibo (un increíble e icónico Roberto Cobo), es un delincuente de poca monta, el cual regresa del reformatorio a vengarse de muchacho de su barrio llamado Julián; pero la aparición de Pedro, un niño maltratado por su madre, complicará la situación de ambos. 

La película cobra vida porque ves un México que no ha muerto, un México enojado, un México que dolorosamente, se encuentra en cada habitante. 

Y no, no voy a salir con las mamadas de que en cada uno de nosotros hay un Pedro, o un Jaibo... ni que coexisten. Sólo diré que nuestros peores enemigos, se encuentran en nuestra casa, en nuestro barrio, en nuestro propio país. 

Las representaciones erróneas. 

Y es que uno cuando ve Los olvidados no se pregunta: ¿y el folclor? ¿y esa estupidez de que los pobres son buenos y los ricos son malos? ¿y mi México de las canciones, del cine mexicano? 

Huevos: Los olvidados muestra al México de siempre: en donde el inquisidor es otro mexicano, el que no es un buen vecino, ni quiere ser buen ciudadano, siempre está enojado porque siempre tiene hambre, porque tiene culpa y fue presa de una injusticia.

La injusticia de nacer en el lugar equivocado, de tener la preocupación por el mañana, de no tener a nadie que lo proteja, de cuidarse de que alguien lo violente, de que a las instituciones no les preocupe una mierda lo que le pasa, de que lo acusen de crímenes que no cometió. 

Pedro no se sabe bueno, porque nació del pecado, porque no puede ser más para su madre violada que una carga, porque no es para el Jaibo más que un medio, porque no es para las instituciones y funcionarios una puta teoría, una estadística. 

La gente no ve "su México" en esta película: ve uno peor, se ve en Pedro, en la madre, en Julián, en el Jaibo, un joven tan atormentado que arrebata, que desea carnalmente, que es capaz de matar, porque el que se la hace, se la paga. 

Un hombre que muchos huevos, que sólo quiere aprovecharse por la rabia que guarda. No es el peladito, es la representación del mexicano, un mexicano que no desea que le vaya bien a nadie: que no se ríe de la muerte, pero si se emborracha, que es cerrado hasta la madre y que busca repartir culpas, imitar monos... 

Es el mismo mexicano que sale a quejarse de los problemas que sus mismas creencias provocaron. Es el mexicano que no está de acuerdo con el Jaibo, pero que se aprovecha del primer Pedro que es y que ve. 

martes, 15 de septiembre de 2015

Canciones con filosofía: Chilanga Banda

Un locutor acusado de vendido, derechista y anti izquierda (que a estas alturas no se sabe si es un insulto o halago), fue quien dijo que este era el himno no oficial de nuestra gran nación. 

Jaime López, que se percató del peculiar uso de caló y lo musicalizó con el funk, el rock y el mambo, hizo esta canción que tendría un segundo apogeo con Café Tacuba, es un grito de guerra, una declaración de nuestra identidad y nuestra cultura. 

López tiene conocimientos, conciencia cultural, como dice el citado locutor. López asimiló su entorno y trajo a la música una representación de la mexicanidad. Sin rasgarse las vestiduras, sin apelar al nacionalismo: sino a nuestras figuras, como la del Pelado, el Pachuco, el Chómpiras, el hablar bailadito, el hacer la crónica de un barrio en donde hay anécdotas tan inverosímiles como decadentes. 

Esta canción, o rola, bien podría salir del discurso de esta sección (casi siempre son canciones de amor y declaraciones de principios). Es más como un recordatorio de que hay compositores mexicanos, de que lo diverso no tiene que ser exótico, porque hay diversas caras del país y el supuesto exotismo, es lo más común para otros mexicanos. 

Cualquier reclamación a este blog, y a su autora, recuerden que carcacha y se les retacha. 



miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ferris Bueller's day off o el dolor en el recuerdo

John Hughes es un director de los ochenta, ciertamente recordado por hacer comedias adolescentes, basadas en las ideas, aventuras y preocupaciones del joven promedio. 

Sus películas son un retrato de la juventud: la presión social y escolar, los padres castrantes, los amigos inseparables, la toma de conciencia hacia la adultez, la necesidad de libertad y de perder el control de vez en cuando, la idea de madurez en los mayores y en los jóvenes. 

Honestamente, cuando vi el Club de los Cinco (The Breakfast Club, 1985), no me dijo nada significativo. Es cierto que Hughes parte de un estereotipo para dar la vuelta de tuerca de que la adolescencia no son sólo modas, problemas de adaptación o roles sociales. Pero, esperaba algo diferente y algo mucho más emotivo. 

La sensibilidad que esperaba, sorprendentemente vino con Ferris Bueller's day off (que aquí le pusieron Experto en diversión o Todo en un día... bueno, es de esperarse). 

Mi prejuicio venía de que detesto las películas con Matthew Broderick, nada en especial, pero él era de esos actores que nunca dio el salto a actuar bien, que sólo tuvo suerte. Broderick siempre tenía su rostro como de cera, no actuaba bien, arruinó el Inspector Gadget y Godzilla, sus películas en donde actuaba bien probablemente eran alucinación colectiva... Pero en esta película me sorprendió. 

La película trata de un joven llamado Ferris Bueller, un espontáneo y sorprendente Matthew Broderick. Su amigo Cameron Fryes, un sensacional y emotivo Alan Ruck y la novia de Ferris, Sloane Peterson, interpretada por Mia Sara, la cual, a mi parecer sólo es un adorno para aportar algo de trama. 

Ferris tiene planeado no asistir a clases para poder ir a Chicago, con lujosos restaurantes, desfiles, museos, autos deportivos y la compañía de su amigo y su novia. Con todo lo que Ferris trama se observa la ingenuidad de los adultos, lo fácil que es engañarlos y de hacerles quedar ridículos. Y lo fácil que es ser odiado y amado por salirte con la tuya. 

Hay secuencias copiadas por Seth McFarlane (como cuando Ferris tiene que llegar a su casa y salta en cámara lenta), la secuencia del desfile es maravillosa y aporta un elemento sorpresa a la trama, las broma jugada por Ferris es de una frescura y planeación hilarante. 

No esperaba que una película así me conmoviera. Sólo puedo apelar a los lugares comunes. Ahora vamos al análisis. 

El dolor en el recuerdo. 

El mejor elemento de la trama, es el aportado por Cameron: es un joven inseguro, descuidado, que no se sabe defender y que espera lo peor de las situaciones. Cameron se siente deprimido y constantemente abusado... por lo que Ferris decide sacarlo de su miseria planeando ese día para él. Todo el plan que elabora, termina en empujar a Cameron a la acción de revelarse, de ser un hombre y de no dejar que le arrastren las circunstancias. 

Ferris es un amigo: ¿qué amigo logra cambiar la vida de alguien? Uno verdadero, uno que en verdad aporte lo que necesita uno en la vida. Una vida de padres imbéciles, descuidados, cretinos; de escuela inútil como el pensar en el futuro, de hermanos y personas envidiosas y rencorosas, Que odian a alguien por salirse con la suya, algo que Ferris orquesta deliciosamente.  

Y es que eso, el odio de los otros cuando nos salimos con la nuestra, es de las peores experiencias que pueden vivirse: los demás te atacan, los demás te odian, porque saben que tu eres feliz, que no los necesitas para vivir, que haces lo que tu quieres aunque te encuentres solo. 

Imagino a Ferris actualmente. No podría hacer nada (urdir, dirían los padres mamones que creen que uno anda de más y que todo les pasará a los hijos que tienen), sería odiado y molestado, más o igual que Cameron. 

Cameron es el grito de desesperación y ansiedad: cuando explota lo hace bajo este supuesto: Estoy harto de tener tanto miedo. Y ese miedo es lo que nos provocan día con día: no salgas, no hagas, no hables, todos te molestarán, nadie te va a aceptar, vas a fracasar, te van a violar, no puedes hacer nada...

Pero nadie se pregunta por lo que hace Ferris: él sólo fluye, hace lo que quiere, quiere lo mejor para sus amigos. Así deberían de ser todos los días de nuestra vida: con un buen baño, sin ir a clases, con buenos restaurantes, con cosas que nos interesen, en medio de un desfile, con las personas que amamos y con quien sí queremos hacer nuestra vida. 

Y Ferris revela que no se puede respetar a alguien que le besa el trasero a los otros, así no funciona. Cameron tiene que defenderse, porque si no, los demás abusarán de él. 

Y es doloroso pensar que lo mucho que uno se lee en esas líneas, de una película, aparentemente menor, de un director que no expone vueltas de tuerca o tramas complejas: es tan difícil pensar que uno se reconoce en Cameron cuando en realidad, quería ser Ferris. 

Yo solía ser como Ferris... desafiando, urdiendo, exponiendo la idiotez de los adultos... ¿cuándo empecé a besarle el trasero a los otros? ¿cuándo dejé de vivir para mí? ¿hace cuanto que no me veo en un cuadro como Cameron? 

A mi me decían que urdía, qué palabra tan fea, tan horrible, como si fuera a inyectarme heroína o a fumar crack en un picadero, como si fuera a ejercer la promiscuidad... cuando lo único que quería era un día libre. Con ese tipo de gente, es obvio que como Cameron, enfermara y tuviera miedo todo el tiempo, la diversión era lo único que me permitía enfrentarme a mis temores. No salía huyendo, pero ya no me afectaban más. 

Tal es el día libre que quiero tener: con gente con quien en verdad desee estar, con música, con desfiles, museos, recordando que hago lo que quiero, que siempre me salgo con la mía aunque me odien... que los maestros y las instituciones son idiotas y no sirven para nada. Tal vez sea un defecto de la juventud... tal vez sea su mayor virtud y privilegio. 

El sentir otra vez que urdo algo, que no estoy en donde debería, que no me va a pasar nada y que haré lo que yo quiero: ese es mi día libre, ese es un tiempo para mi, eso es lo que yo quiero hacer, ya después vendrá el futuro. 

Porque la vida se mueve muy rápido, si no te detienes y miras a tu alrededor, te la puedes perder.