martes, 31 de marzo de 2015

Mi rey es el dinero

Nunca he estudiado y trabajado... a veces una o a veces otra. Es cierto que no quiero que la escuela sea mi verdugo, pero en verdad que sé que tengo que hacer un esfuerzo. 

No me gusta estudiar, la verdad es que, me gusta la escuela porque me puedo salir de mi casa. No es que sepa el valor de los libros, ni me gusten los ambientes culturales, ni me gusta cierta convivencia... es más, soy escéptica de que la educación nos haga mejores personas. 

Ahora que he entrado a trabajado, descubría algo sobre mí: me encanta el dinero... sólo por eso me someto a la tortura de trabajar, desvelarme, no lleva un horario de escuela normal o hacer lo que yo quiero... El trabajo vino a liberarme de una cosa, para meterme en otra. 

Me gusta ir a trabajar... pero por recibir mi dinero... aunque quiera contribuir a la casa me encanta comprar cosas, para mí. Nunca pensé que diría eso, pero la vida cambia cuando tienes dinero, aunque sea un sueldo estándar. 

Y es que vuelves al lujo, vuelves a ver cosas que no necesitas (como el muñeco de silverio, o esas blusas que parecen corset pero que son strectch, dulces wonka o snacks más caros). No es inclusión social, es más que nada egoísmo: pensar sólo en ti, pagar esa deuda que te molesta, comprar lo que no necesitas, hacer lo que te gusta, comer lo que quieres. Sueños y caprichos que el dinero compra. 

Lo que más me gusta son los caprichos relacionados con las cosas superficiales: cosas para el cuidado de la piel, para el baño, comidas con salmón, hamburguesas de un 70% de su valor, juguetes de colección. Tú sabes, tener cosas. Cosas que querías, como que el dinero a alivia a personas que no son tolerantes a la frustración. 

Es como una satisfacción inmediata: como un pasón o un día de fiesta. Te levanta del estiércol y te vuelve noble... Es maravilloso, es poderoso: las personas se corrompería hasta por unos ceros. Más de lo que se suele imaginar. 

Y cuando tienes trabajo sólo puedes pensar una cosa... en que es lo que harás, en qué tontería gastarlo. Rara vez piensas en los demás, en lo que quieren o en lo que necesita tu casa. Sabes que tienes que mover el dinero y que si te hace feliz, no das problemas. Pero en el fondo sabes que te mueve el egoísmo. 

Yo aprendí a vender mi trabajo, porque pensaba en todo esto, lo anhelaba. Yo claro que me vendo: vendo mi trabajo porque tengo precio. 

Cuando no tenía dinero quizá era más libre, tal vez debía haber llamado al post soy esclava del trabajo.

Hasta dejé de hacer lo que lo que se supone que me hacía feliz, como escribir, o leer o investigar cosas. Quizá luego haga una lista de mis obsesiones adquiridas pero solventadas con dinero. 

lunes, 30 de marzo de 2015

5 Especialidades con salmón

Esta sección es patrocinada por Comidas de flacos comidas por gordos, el cual creo que podría ser un título de un programa sensacionalista de H&H. 

El Salmón, ese pescado rosadito y suavecito, el cual sabe mejor que el jamón, es ligero, es mejor que el atún (y no siempre se puede comer, como el maldito atún), y se puede comer sin culpa porque además de su sabor no aporta muchas calorías. 

Además sabe delicioso con el queso, las aceitunas y te da un aire europeo super mamerto... el cual no deseas que acabe. 

Así como Homero quiere una cara feliz de tocino, cuerpo de tocino y sombrero de tocino (en la temporada 17), a mí me gustaría eso pero con salmón (risas). 

Este es mi top five de las especialidades con salmón: 

5. Sandwich de salmón. Con lechuga, mostaza, tal vez cebolla, o bien con aderezo, queso tal vez. El sandwich es la comida rápida por experiencia... y el salmón le da un toque sofisticado. ¿Dónde lo encuentro? En la cafetería de Perisur, al lado del Liverpool. 

4. Mariscada con salmón. Picas el salmón, agregas pulpo, camarones de cóctel, un poco de pescado, tal vez salsita de soya, o la misma grasita del pescado. Se puede comer en tostadas, con arroz blanco, como cebiche. ¿Dónde lo encuentro? Es lo que hace mi mamá en sus vacaciones: el sólo hecho de pensar en su sabor, me hace sentirme como millonaria. 

3. Salmón Tuny. Aunque es más difícil de encontrar que el atún de la misma marca, sabe mucho mejor. Es cierto que no va tan bien con la mayonesa, pero será un manjar con aderezos o con verduras. O bien sólo de la lata, por si vas de prisa. ¿Dónde lo encuentro? En superama o en sams club.

2. Pizza de Salmón. La pizza de salmón, queso derretido, masa doradita y alcaparras es exquisita. Sabe diferente, pero sin perder la identidad de una comida rápida gourmet. ¿Dónde la encuentro? En el gourmet de Liverpool Polanco. Con un perrier o refresco de naranja italiano ¡llévenme a la cárcel! 

1.Salmón a la parrilla, o mejor, sellado. Si el atún sellado, bien sellado, sabe a carnitas sin grasa, el salmón sellado es una verdadera delicia. ¿Dónde lo encuentro? En restaurantes caros o en Limantour, como aperitivo.   

Y el bonus indiscutible: 

Bagel con salmón: definitivamente, ese pan similar a una dona y un bisquet, con queso crema, aderezo, lechuga y alcaparras es una comida llenadora, sana y rápida. Recuerden esto: el salmón es superior al pollo y al jamón. ¿Dónde lo encuentro? En Simplemente deli (muy pronto en San Ángel) en Marie Callender's, Snob Bistro. Si la comida fuera orgasmo, moriría de placer. Y de obesidad. 



Quiero una bandeja así, para mí sola. 

Feliz vacación philosofellas. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Estaba lista pero...

Hace mucho tuve una depresión... no quería hacer nada, ni levantarme ni salir a la escuela, ni hacer muchas cosas. Cerré todas mis redes sociales. No quería ser vista, ni oída, ni que nadie se me acercara. 

Fue algo terrible... no quería estar deprimida, pero la verdad es que no veía otro estado en mí, que pudiera encajar. No veía más allá de mi dolor. No porque fuera egoísta, pero tenía que enfrentarme a ese dolor, a esos malentendidos que empeoraban su estado. 

Aunque comprendo a las personas que están deprimidas, encontré algunas cosas, que podrían interesarle a personas que se enfrente a un dolor muy grande: 

- Es conveniente entregarte al dolor. Pero no se debe hacer del dolor una forma de vida. 

- Las personas pueden no ser lo mejor, incluso pueden empeorar las cosas, pero es cierto también que sólo quieren ayudarnos y hay que saber agradecerlo. 

- Hay un tipo de personas que son muy peligrosas cuando alguien tiene una depresión: la gente que finge apoyo. Pero sólo quiere conocer tus sentimientos para presionar tus botones, y, en poco tiempo, hundirte más y quitarte del camino. 

¿Recuerdan las películas de guerra en dónde el peor miedo es a lo que se gesta dentro de nosotros, en vez de la guerra misma? Pues eso fue lo que creí que pasaría si alguien me filmaba. Me enfrenté a la incomprensión de la gente: desde malos tratamientos, malos psicólogos o personas que ridiculizaban mi situación, arguyendo que yo necesitaba ejercicio o ir a talleres para adquirir a un pasatiempo; hasta personas que creían que se ayudarían si se proyectaban en mí. Pero todo fue una serie de eventos desafortunados. 

Y no se si fue lo peor, pero esos chupasangre que sólo querían quitarme de enfrente... no sé ni como salí de ahí, no se ni cómo me los topé, pero me alegra que haya pasado. 

Dicen que hay que tener más cuidado con las recaídas, lo cierto es que hay que observar que fue lo que pasó, que pensábamos para llegar ahí y qué queremos. Hay personas que sin duda, no lo van a respetar... pero una vez que salen de nuestras vidas, lo mejor es seguir buscando. 

En mi caso, fue la necesidad de hacer amistades en mi carrera y de encontrar un amor. Eso me perseguirá. Quizá tengo ideas equivocadas sobre el amor y debo seguir intentando más, de lo contrario seguirá doliendo. 

Y de los supuestos amigos... no creí que hubiera gente que fuera capaz de hacer esas bajezas con tal de quitarme del camino. Con tal de sentir que controlan algo. Cada vez que observo eso, no quiero apelar a la sabiduría que he adquirido, pero si intentan controlarte con algo, es que su vida está fuera de control también. 

Muchas de estas personas, si no se enojaban conmigo porque no los veía y estaba triste, se enojaban porque necesitaba tiempo para mí. Tomaban todo personal. Y, cuando les pedía ayuda, no estaban tampoco para mí. 

Otros se enojaron porque la depresión no acabó conmigo: lo que querían era verme francamente derrotada, disminuida. Como si el hecho de tener una depresión fuera un descuido de todo lo demás, o me hiciera incapaz de tomar control de mi propia vida y mi carrera. Fueron los compañeros de carrera los que nunca me mostraron ningún apoyo. 

Supongo que es cuestión de aceptar que nos equivocamos, que algo en nuestro sistema falló y que, por muy duro que haya sido, será mejor cambiar esas creencias. Tratar de entender por qué somos así y por qué constantemente queremos ser nuestros propios enemigos, siendo que hay gente con más disposición a dañarnos. 

Muchos dirán que es encerrarse en sí mismo, pero lo cierto es que es estar al pendiente con uno, para que poco a poco se reintegre a la sociedad, de la que, uno quiera o no, es parte. 


miércoles, 18 de marzo de 2015

Por qué no tengo celular

Nooo, nooo y nooo. Y mil veces nooo: escupo sobre los celulares, no me gustan, los detesto. 

Las razones se remontan a mis traumas, pero también a la practicidad. Del lado de los traumas es: 

- Aunque tenga un celular, es cierto que la desconfianza prevalece. Del lado de mis traumas es que, lo tenía para que me checaran y obvio, si no contestaba, pues estaba haciendo lo peor del mundo: inyectarme heroína o robar a alguien, o estaba muriendo. Osea, algo malo pasaba. 

- Creo que no es necesario un celular cuando saben tu rutina, quienes son tus amigos y qué haces... Un celular no trae más confianza: porque puedes mentir con él, falsificar cosas o ponerte de acuerdo para hacer un mal. En fin. 

Pero en la practicidad me he encontrado con estos inconvenientes

- Un celular no te ayuda a hacer llamadas, puedes tener el plástico, pero sin el crédito y sin las aplicaciones es inútil. Prefiero un maxcom. 

- Un celular no te ayuda a ser más puntual. Tener un celular y decir: ya voy para allá, no es puntualidad. Si acaso es la regla de los 5 minutos, pero no siempre las personas son tolerantes a eso. 

- Un celular no sirve para comunicarse... es el cliché, pero de todos los adelantos y chucherías que tiene, sólo es una distracción más. No es para hablar con otros. No es para avisar, no es para que alguien te localice: es un juguete, un gadget, una pantalla más. No es diferente de una pequeña computadora.

Sin contar que la gente es cada vez más agresiva, cada vez más grosera... no me gustaría saber que me encontrarán, que estarán acechándome a cada momento. No me siento cómoda de saber que pueden localizarme... supongo que por eso tiré el celular la primera vez. 

Supongo que aún quiero seguir hablando con la gente, como antes... como se suele hacer. Como siempre debería serlo. 





miércoles, 11 de marzo de 2015

¡¡¡¡¡Daaaawkins!!!!! Sexo, muerte, significado de la vida.

Richard Dawkins lo hizo otra vez. No conforme con su arrebato en el Virus de la fé, Esclavos de la superstición, El irracional sistema de salud... la joya que es los Enemigos de la razón... Vuelve el Dawkins cientificista, perdón, filósofo. 

En esta triple entrega, Dawkins se va sobre los grandes temas, El sentido de la vida, La muerte y El sexo. Cuando le explican los argumentos que son contrarios a la creencia, Dawkins parece un niño perverso, un chico al que le acaban de decir: anda, ve tu porno y no molestes.

Tiene algunas entrevistas con Ricky Gervais, Steven Pinker y James Watson, el del ADN.  

Y les cuento al final: todas las respuestas a la pregunta son, la ciencia lo hizo todo. La ciencia te cura, te quita lo wey, te hace más chido en el sexo, te hace que valores al mundo, le da sentido a tu vida, comprensión, te hace más alto y sano. No eso, no, pero casi. 

Sin más, les dejo esta joya del cientificismo. Digo, de la educación científica en esta era de irracionalidad. Al final no intenta conciliar, no aprende nada y no reconoce que es un ser que tiene sentimientos y creencias falibles. 








Es que no hay cura

Esta post está patrocinado por: Traumas ocasionados por la familia por decisiones que tenía que tomar de todas formas. Recuerdo que cuando decidí estudiar filosofía, no me dijeron que si estaba bien o mal, que de qué iba a vivir, ni esas preocupaciones tontas por decisiones de adulto... recuerdo que me dijeron algo mucho más hiriente. 

Y era que, principalmente, cómo iba a estudiar eso si no era inteligente. Que casi casi los filósofos no vivían en el mundo, que eran un ejemplo de santidad sin echarse pedos, y que eran omnisapientes... en pocas palabras, eran seres inexistentes. 

También, cuando me enojaba y decía groserías... pues peor me iba: me tachaban de vulgar, de verdulera, de que nunca me había educado. Cuando decido decir groserías es para disminuir mi coraje y dolor, es algo más cultural. No es que la filosofía te haga decir menos. 

Es más, no es que haya algo que te eduque y te haga más decente y socialmente aceptable. 

Esta postura se parece al supuesto de la ilustración: a medida que recibas más educación, todos los problemas que puedas desarrollar... podrían disminuir, podrías solucionar tu vida entera con educación. ¡Liberté, fraternité, equalité! 

La verdad es que no...

He visto a las mejores mentes de mi generación... Nah, la verdad no: pero si he visto que las personas que tienen estudios, que saben mucho de algo son más groseras que yo. No que me mienten la madre y me canten el precio, pero si son déspotas, creen que valen más que otros por saber bien su área. A los que no comparten sus ideas los apartan y los discriminan y atacan cada que pueden. 

No reconocen cuando otros tienen éxito... de hecho son envidiosos y esperan su fracaso. Como si fueran enemigos. 

Y he leído varias biografías. Ahí los mejores escritores eran borrachos, enfermos, demasiado religiosos o demasiado neuróticos para aceptar la religión. Golpeaban a sus esposas, abandonaban a sus hijos o eran casi psicópatas... No eran un modelo, pese a su educación. 

Y las sociedades más educadas, como la alemana... aunque leían a Goethe y oían a Wagner, no pueden borrar el nazismo, ni el holocausto. ¿Entonces?

Yo cuando aprendí a leer... aprendí las mejores maldiciones, aprendí de educación sexual, de biología, de lugares (bares y baños públicos), aprendí sobre las tiras cómicas y sobre algunos de los mejores chistes para adultos. Aprendí a apreciar mejor las cosas que más me gustaban: la televisión, la comida, el humor y el cine. 

Aprendí sobre el lujo y sobre el vivir bien, me identifiqué con las heroínas y protagonistas. Pero no superé mis defectos ni nada de lo que hacía que me odiaran... es más, creo que se agudizaron. 

Y honestamente, la filosofía me ayudó en muchas cosas, pero el hecho de moldear mi personalidad me corresponde a mí, de eso soy responsable. De lo que está mal conmigo no la voy a culpar, como dejé de culpar a mi familia y mis padres. 

Yo sabía, que sin educación o con ella, tenía que hacerme responsable. Y lo que aprendiera me ayudaría posteriormente. Pero no creo, sinceramente, que si supiera más cosas sería mejor ser humano. 

La educación no es la cura para que las cosas malas se borren de alguna manera. No es el boleto dorado a una vida mejor... a veces, pero eso no es asunto racional, es un asunto de ser obsesivo, picar piedra, tener ideas muy fuertes y contradictorias. Es ir contracorriente y buscar otras cosas en la vida: como sacrificar cosas en aras de algo más grande, hacer cosas que nadie hace y que uno está dispuesto a hacer. 

La educación no es una cura, la cura nunca se descubrirá.