sábado, 31 de mayo de 2014

Silverio o el amo del caos por el caos

¿Silverio es un artista? Contesto que sí sin dudar. Es un creador y una figura que toma elementos culturales y de la psique del mexicano para expresarse. Plantea el problema del arte como discurso y el cuestionamiento ¿qué es lo artístico del arte? La propuesta de dónde salió, Nuevos Ricos, tiene muchos contraejemplos. 

Tuve una segunda oportunidad de verlo, en este caso en un recinto del centro ubicado en Motolinía. Hubo incertidumbre, fascinación, erotismo y ciertos elementos para discutir como espectadora. Veamos pues, la reseña de Silverio en el Pasaguero. 

De artesano del sonido a su Majestad Imperial 

Su majestad imperial Silverio es un artesano del sonido, porque, intuitivamente aprendió música [1], intuitivamente diseñó su show para provocar, para controlar una parte irracional del espectador y de quien racionaliza fácilmente. Sus bits son reproducidos en vinilos o en cualquier formato, te incitan a escucharlo como drogas auditivas (a la Warhol), en venganza de algunos que tienen alucinaciones musicales y producidas por otras sustancias. 

Piezas como El baile del Diablo, son célebres por inducir buenos viajes de mota. O bien, piezas como El iluminado o Bombeando en Masaryk son ciertamente incitantes al erotismo y la sexualidad animal. Silverio es una representación de la animalidad del hombre: Perro o Gorila, tienen ritmos reguetoneros ciertamente hechos para mover el cuerpo, para sacudirse y para calentar ambientes. Incluso sus juegos de palabras son muestra de su gran ingenio. 

Para convertirse en su Majestad, lo único que le bastó fue autoproclamarse como tal. Nadie lo bautizó así. Para que algo llegue a realizarse sólo basta con creer en uno. 

Lo sexual proviene de lo no sexual 

El público de su Majestad, a últimas fechas, está compuesto de mujeres que por alguna razón, desean ser insultadas o llamar la atención del histrión. Ya he mencionado que él cumple una función dentro de la psique femenina, a saber, el de explorar una fantasía ciertamente ruda sobre la sexualidad y el rol de la mujer hoy día. 

A una mujer le asusta reconocer que le hablen con la rudeza y con la virilidad de su Majestad. Pero, una vez que lo tiene enfrente, una vez que hay un acercamiento, parece que lo tolera y le fascina.  No lo puede dejar de mirar, porque él mismo hace que estés a la espera, que no comprendas lo que pasa. Simplemente sucede: puedes reír de nerviosismo o bien puedes observar atónito. Puede que eso sea excitante, pero si algo reitero es que lo tienes que ver para creerlo.  

Quien controla la psique femenina, controla su líbido. Y esto lo hace su Majestad increíblemente bien: sabe a quien dirigirse, cómo hacer y qué hacer para que lo veas. Que entiende que provocar no siempre tiene que ver con la ira. Tiene que ver con el deseo, con no estar disponible para aquellos que lo ven. 

Una persona hostil le arrojaba hielos a su Majestad, quería provocarlo como él nos provoca. ¿Saben qué hizo? Colocó un hielo en su calzones rojos... para después dárselo a una fan de las primeras filas. Fue un momento de gran expectación, difuso: no podías ni ver la cara de la chica, pero él, era un amo. Hacía lo que quería y aprovechó un elemento que le haría cancelar su show para continuarlo. 

Hay algo en la presencia de este personaje que, aunque lo observemos primitivo, vulgar (una viva figura del peladito [2]), es un hombre que celebramos porque algo nos identifica con él. 

Acerca de sus canciones: abrió y cerró con Yepa, yepa, yepa (en una versión más lenta). Tocó Electrificante, Hagámoslo, El pulgoso mix, Salón de Belleza, El baile del diablo, Gorila, Perro, Circunstración y por supuesto, la canción que se dedica a sí mismo: Superídolo, supremo como siempre. 

Además de la ocurrencia del hielo (o momento, no se cómo describir lo que vi), su Majestad hizo que lo obedecieran y sacaran a la voyeurista dentro de sus súbditas. Simuló masturbarse y cuidó cada detalle para engrandecer su exhibicionismo. En su ropa interior roja había un agujero, se veía deslavada y maltratada por su Majestad. Era como una obra de David Mamet: un detalle que guardó para que habláramos de él. Él es fiel a su frase La elegancia está en el detalle. 

Una pequeña queja

Lo único que creo estropeó esta oportunidad de ver a su Majestad, quizá fue el ambiente tan pesado del recinto en donde toco sus piezas. Honestamente, esperaba menos agresividad y menos hostilidad. Dicho ambiente, percibí, pareció cansar a su Majestad hasta el punto de ir rápidamente hacia la habitación que fungía como camerino. Ni siquiera secaba su sudor, cuando algunos asistentes, con la esperanza de verlo, buscaban un momento a solas con él. 

Aunque fue una gran velada, creo que la intención de su Majestad era alimentar la ira de los presentes, salió un poco tarde pero se movía como pez en el agua. Al final quizá hubo un poco de ineficiencia por parte de su personal y del personal del recinto mismo. 

Muchas personas fueron necios ante la negativa del staff al repartir fotos o al tener un acercamiento con su Majestad. Lo cierto es que, como público, me parece que debemos entender cuándo es que termina un show. El artista es artista de su camerino para afuera, pero dentro hay una barrera que no deberíamos pasar, un espacio para el descanso y para que no se agote a quien le debemos por salir avante. Y no al revés, como creemos. 

[1] González Castillo, Alejandro. Silverio. Música electrónica de la era de las cavernas. http://musitech.com.mx/musiclife/?p=1780 Consultado el 26 de mayo de 2014, a las 3:40 pm. 
[2] Psicoanálisis del mexicano en El perfil del hombre y la Cultura en México. Samuel Ramos Cuadragésima cuarta reimpresión. México: Editorial Planteta 2005. Págs 50 - 57. 



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